Opinión

¿Y los sistemas de riego?

El invierno irregular este año, como efecto del cambio climático y del impacto del fenómeno El Niño, pone en peligro la ya exigua producción de granos básicos y descubre, de nuevo, ante propios y extraños, las grandes limitaciones con que trabajan nuestros campesinos que ya en la segunda década del siglo 21 siguen dependiendo absolutamente del agua lluvia.

Solo el abandono del campo, --con mayor énfasis en la última década del siglo pasado, cuando la introducción del neoliberalismo veía a la industria maquiladora como una panacea para nuestros males económicos--, puede justificar el hecho de que Honduras con abundante riqueza hídrica no posea sistemas de riego en todas sus zonas de cultivo y que la producción ganadera también se vea perjudicada por falta de acceso de agua en las explotaciones.

Esta semana EL HERALDO ha publicado una serie que muestra de forma contundente la crisis que nos depara en producción de granos básicos. Hemos tomado zona por zona y la coincidencia es completa en el sentido de que la falta de lluvias ha golpeado la producción. Pero el problema realmente no está en el régimen lluvioso sino en nuestra incapacidad para aprovechar el agua que poseemos no solo para sortear un invierno irregular sino también para hacer de nuestras zonas de cultivo una fuente permanente de producción, de riqueza y de empleo, sin estar dependiendo del cielo. Desde hace muchos años, los diferentes gobiernos que se han sucedido, tanto durante las campañas electorales como ya una vez en el poder prometen llevar el progreso al campo, presentan informes sobre los supuestos logros alcanzados y algunos hasta hablan de grandes inversiones en la construcción de sistemas de riego, en asistencia técnica y los millones de lempiras a disposición de los productores. Pero en la práctica todo sigue igual.

Por si eso fuera poco, los costos de producción para los agricultores se han elevado ostensiblemente, más en lo relacionado a agroquímicos, equipos y combustibles, y por lo general los precios de sus productos se encuentran permanentemente deprimidos. Para colmo, cuando la misma escasez hace subir los precios, como ha ocurrido este año con los frijoles, los pocos agricultores que tienen capacidad para esperar mejores tiempos para vender sus granos son tildados de acaparadores.

Por lo pronto, la producción nacional de granos está en peligro para este año por la falta de agua lluvia suficiente. Entre tanto, los sistemas de riego para nuestras zonas de cultivo siguen solo en palabras y nuestros campesinos tendrán que seguir rogándole a San Isidro Labrador.

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