Opinión

Sobre las regiones

La debilidad cardinal del Plan de Nación radica en la imposición de las cuencas hidrográficas como la determinante de las regiones. Ello implicó desconocer la identidad y sentimiento de pertenencia de los pobladores con respecto al área geográfica donde viven.

Es por eso que después de tres años de gobierno y esfuerzos por parte de éste y otros actores sociales en Tegucigalpa, poco, fuera de planes y estudios, se ha avanzado, siendo previsible que no pasará a más, de no hacerse un cambio profundo en ese planteamiento: en vez de imponer regiones determinadas por la conveniencia de contar en ese momento con un estudio de cuencas hidrográficas, que fue desarrollado con fines diferentes para los que se usó, se haga en base a las formas de producción y vida desarrollada por las comunidades a lo largo del tiempo, que se han convertido en patrimonio y les dan sentimiento de ser parte de un conglomerado social con afinidad y diferenciado de otros, en un espacio territorial específico.

Dicho de otra forma, que no sea desde la capital que se les diga a los pobladores a qué región pertenecen aduciendo que el elemento agua, por ser vital para la existencia humana, y los ríos y cuencas la fuente de aprovisionamiento para consumo humano y productivo, lo natural es acoplar la visión de desarrollo y, por ende, la población a ese hecho geográfico. Esa concepción es teóricamente plausible y óptima si se tratara de un proyecto de colonización donde los planificadores pueden desde un inicio determinar y proponer en base a modelos las mejores ubicaciones de los futuros centros poblacionales en función de la dotación de recursos naturales, incluyendo agua, en el área.

La zona del Bajo Aguán es un ejemplo de colonización exitosa, como lo muestra la riqueza generada por el esfuerzo del trabajo de la tierra en extensos cultivos de palma africana y cítricos. Replicar ese modelo acaso sería factible solo en La Mosquitia, donde la población es pequeña. La limitante sería que las finanzas del Estado difícilmente podrían asignar la cuantía de recursos necesaria para ese fin.

La otra alternativa y más sensata es la de potenciar los polos de desarrollo existentes a lo largo y ancho del territorio nacional. Que sea en función de ellos que se conformen las regiones para fines de la intervención gubernamental. Las regiones existen, de hecho son el resultado de esas experiencias y formas de producir específicas a la actividad productiva que se dedican y en la cual tienen ventajas comparativas, distinguiéndoles y convirtiéndose en patrimonio local. Como lo han hecho los pobladores de los valles de Jamastrán, Sensenti, Comayagua, Catacamas, Choluteca y Leán, para mencionar algunos. En cada uno de ellos se conformaron poblados y luego ciudades con proyección regional que, a su propia manera, resolvieron el reto de sus servicios básicos, como el agua.

Lo fundamental para identificar regiones en nuestro país no son las cuencas hidrográficas sino los polos de desarrollo existentes. Estos por definición ya saben cómo manejar sus necesidades del recurso agua. El Plan de Nación debe ayudar a potenciar las fortalezas existentes en las diferentes regiones del país y no perder el tiempo creándolas.