Opinión

Los problemas globales del hambre

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en su informe anual de 2012 sobre el estado de la inseguridad alimentaria en el mundo, aplicó nuevas mediciones y concluyó que en el mundo existen cerca de 870 millones de personas con subnutrición crónica, un 6% menos que hace dos décadas. Tras las nuevas metodologías en las mediciones del hambre, algunos expertos señalan que las cifras se han reducido en los escritorios de la FAO, pero no en la realidad.

Porque en su informe del 2011 vaticinó que para el 2050, el crecimiento demográfico y el aumento de los ingresos exigirán un incremento del 50% de la producción mundial de alimentos para atender la demanda global. Según sus estimativos eso equivale a una producción anual de mil millones de toneladas de cereales y de dos mil millones de toneladas de productos pecuarios.

Igualmente el estudio reveló que las alzas en los precios de los alimentos, la debacle financiera y la recesión económica mundial hicieron que se incrementara más el hambre en el mundo. De acuerdo con sus estadísticas existían 1,023 millones de personas que sufrían de hambre en el mundo, de las cuales el 62% viven en Asia, el 26% en África, el resto en América Latina, Oceanía y en los países desarrollados.

Las cifras actuales lo que indican es que en 12 meses 153 millones de personas dejaron de ser hambrientas en el mundo. Pero más allá de las controvertidas mediciones, los problemas del hambre han dejado de ser un asunto exclusivo de los países pobres.

En Estados Unidos se calcula que en 12 estados, unos cuarenta y cinco millones de norteamericanos dependen de los cupones de comidas para sobrevivir. Un informe del Departamento de Agricultura estadounidense, dice que el uso de cupones de comida creció 34% en el 2009, 12% en el 2010, 16% en el 2011 y 13% en el 2012. Se estima que el 14% de la población de Estados Unidos sufre inseguridad alimentaria. En países como Grecia, Italia, Portugal y España miles de personas asisten diariamente a comedores populares, en donde se reparten alimentos gratis para paliar el hambre.

En África, las cifras de la FAO indican que un 40% de su población sufre de hambre y en las últimas décadas las importaciones de alimentos han crecido un 60%. En África, además de los efectos de las sequías, de las guerras y de los conflictos tribales en las producciones de alimentos, otra de las causas que generaron descensos en las producciones de alimentos, obedecen en parte a las expropiaciones de empresas agrícolas que impulsaron las dictaduras en determinados países.

Al igual que los impactos negativos que generaron en el sector agrícola los Planes de Ajustes Estructurales, los desaciertos en las políticas agrícolas; las liberaciones comerciales y las reducciones de aranceles sobre los bienes importados que llevaron a la ruina a miles de agricultores africanos.

Por esas medidas agrícolas erráticas, países como Malawi, Zimbabwe, Kenia y Ruanda, entre otros, que en la década del noventa eran autosuficientes en producciones de alimentos, actualmente importan más del 80% de la comida que consumen.

En América Latina y el Caribe, uno de los ejemplos más ilustrativos de los efectos nocivos de las recomendaciones del FMI y el BM es el de Haití. Un país que cedió a las exigencias de estos dos organismos multilaterales y del Gobierno de Bill Clinton, que obligaron a rebajar del 50 al 3% las tasas aduaneras que protegían la producción de arroz.

Los haitianos, que eran autosuficientes en producción de arroz, el principal producto de su dieta alimenticia, se convirtieron en importadores de Estados Unidos. Lo triste es que actualmente la alimentación de la mayoría de los haitianos depende de la ayuda humanitaria internacional. En el caso de Colombia, 20 millones de colombianos viven en la línea de pobreza y ocho más en la indigencia. Esta es una síntesis de los problemas globales del hambre.

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