Opinión

Ley de cuotas

Es claro que las mujeres son minoría en los cargos de elección popular y en el gobierno, por lo que se deben tomar medidas para equilibrar esa desproporción; sin embargo, el abordaje de este problema se ha tornado simplista y demagógico ya que como estrategia de solución solo se habla de la Ley de Cuotas sin considerar otros aspectos que serían fundamentales para elevar la calidad de la actividad política.

La participación de los ciudadanos no se logra por arte de magia o vía decreto. De acuerdo a los estudios del Latinobarómetro, en Honduras el nivel de participación es bajo y no son las organizaciones políticas las que las personas prefieren para el activismo sino que las religiosas.

En 2008 el Comisionado de los Derechos Humanos realizó una investigación que indica que al 79% de hondureños poco o nada les interesa la política, aunque esa cifra bajó diez puntos con la salida de Zelaya del poder en 2009, aun así sigue siendo pobre.

No solo se trata de darles a las mujeres 30 o 50% de los cargos de elección popular. Tampoco es cierto que toda la culpa de la baja participación partidista de las mujeres sea por el machismo o el sistema patriarcal, esta es una justificación elemental y trillada.

Para que el cuotismo surta efecto se debe acompañar de otras medidas como por ejemplo un intenso proceso de formación política, dentro y fuera de los partidos políticos, trabajando desde los tempranos años de la juventud, además, focalizando recursos económicos a las mujeres campesinas, obreras, amas de casa y miembros de las minorías étnicas con interés en correr por cargos de elección.

El país no cuenta con centros de formación política no partidistas, abiertos a cualquier ciudadano y la literatura politológica especializada es casi inexistente e inalcanzable para la mayoría del pueblo.

La propuesta de aumentar las cuotas para las mujeres no ha terminado de ser digerida por muchos sectores sociales y tomadores de decisión porque adolece de vacíos, hace falta formular un planteamiento integral.