Opinión

La verdadera fuerza del desarrollo

Hace poco inicié por primera vez actividades profesionales para el sector privado de San Pedro Sula, cuna del desarrollo, la industrialización, la innovación y el deseo permanente de crecer, de ser más.

Durante mi vida como profesional, Dios me ha dado la oportunidad de conocer y ver en perspectiva la naturaleza de diferentes organizaciones: El Gobierno, los Organismos Internacionales (BID, Banco Mundial, PNUD), el sector privado (de Tegucigalpa), las Organizaciones del Sector Privado (como el Cohep). He aprendido que cada una de ellas cumple con un propósito y ofrece, ciertamente, oportunidades de servicio, de crecimiento…

Hoy me encuentro en un mundo diferente. Un mundo en donde las luchas no se dan en los medios, en donde la intensidad de los esfuerzos y las relaciones no se transmiten en directo, no se cuentan en la radio ni se hacen reportajes en la televisión. Es el mundo del emprendedurismo, el mundo de la iniciativa, el mundo en donde cada instante del día significa la oportunidad de hacer cosas nuevas, de hacer realidad nuevos sueños, de luchar por mantener y hacer crecer lo alcanzado, por ascender en nuevas iniciativas, nuevas luchas, nuevas ideas, nuevos retos. Es un mundo en donde se construye cada día. Los motores se encienden muy temprano por las mañanas, las máquinas inician su vorágine productiva, las personas están atentas, afanadas, produciendo, construyendo, sembrando desarrollo. Es aquí, sin lugar a dudas, en donde el desarrollo germina, en donde toma vida, en donde se vuelve verdadera y concreta realidad.

Todas las personas que he conocido tienen más de 10 o 15 años de trabajar en el mismo lugar (por la connotación política de Tegucigalpa, por ejemplo, la mayor parte de nuestra gente tiene 'menos de cuatro años de trabajar en esta oficina' y no saben hasta cuándo estarán). Las personas que he conocido y con quienes he conversado, han hecho 'carrera en las empresas' y han construido un futuro digno para sus hijos. La gran mayoría – independientemente de su condición profesional ya sean motoristas, personal de servicio, administradores, supervisores, gerentes – se siente orgulloso de haber construido un hogar y haber sembrado futuro para sus familias. La mayor parte de sus hijos son profesionales universitarios. Realmente disfruto cuando lo cuentan. Han hecho realidad el sueño de que sus hijos accedan a lo que ellos no accedieron.

Descubro que esa es la oportunidad que brinda la continuidad. Continuidad de trabajo, de ingreso, de inversión en sus hogares. Soñar y alcanzar sus sueños. Eso he encontrado acá. Esta sensación me reconforta. El desarrollo es posible. Lo he visto. El desarrollo expresado en vidas está aquí. Materializado como resultado de la inversión, de la generación de bienes y servicios, de la producción, de la exportación, la generación de empleo digno, que da oportunidades, que brinda esperanzas, que abre las puertas a la movilidad social (los hijos de personal de apoyo que logran culminar una carrera universitaria son fiel evidencia de esa posibilidad).

Aunque debo confesar que no termino de adaptarme (nueva ciudad, nuevo trabajo, mi familia aún en Tegucigalpa), sé que tengo nuevas razones para dar Gracias a Dios. Este 'vistazo' de un mes me ha revelado que mucho – obviamente no todo pero sí mucho – de los gobiernos, de los organismos internacionales, de las agencias de desarrollo, de las organizaciones de sociedad civil, debe ser orientado a facilitar que la actividad emprendedora e innovadora 'permita' la generación natural de los procesos de desarrollo. Facilitar, acompañar, crear condiciones es definitivamente importante. Sumado a la inversión social, a la atención de los sectores vulnerables, a la creación de medios para mejorar la calidad educativa, la salud y el bienestar de las familias hondureñas. Allí, abrazado a esos propósitos tan trascendentes, debe estar atado el propósito de crear condiciones de verdadero desarrollo a través de la iniciativa privada. Quien tenga dudas, que venga a San Pedro Sula. Quien piense que estoy inventando, que visite una industria típica de esta región.

Me doy cuenta, ahora, que al hablar de San Pedro estoy haciendo también referencia a Villanueva, Choloma, Puerto Cortés, La Lima, El Progreso, Omoa y otros municipios que tienen esa connotación de desarrollo. Por favor, tomar nota que cualquier mención a San Pedro es también un reconocimiento al particular dinamismo de todos esos municipios.

Aquí casi nadie sabe quiénes son los ministros. Lo he comprobado. Muy pocos ven noticieros y, a diferencia de Tegucigalpa, casi nadie sabe quien estuvo en Frente a Frente y quienes compartieron espacio en 30/30. Su vida tiene otra visión y una dimensión diferente. Pienso que tener un empleo estable (no sujeto al cambio de gobierno, de representante o, en general, de jefe) hace mucha, mucha diferencia. Se trata de crear certidumbres y seguridades. Se trata de dar continuidad.

Así como la continuidad es base para el desarrollo de las familias, estoy seguro, debe ser también base para el desarrollo de las naciones. Debemos buscar esos espacios de continuidad en nuestros gobiernos. Pero eso, seguramente, es tema para un artículo completamente diferente.

Estoy seguro que los próximos meses traerán nuevos descubrimientos. Estoy también seguro que mi progresivo proceso de adaptación hará que me integre y forme parte activa, de esta verdadera y extraordinaria forma de contribuir y servir a Honduras. El desarrollo está aquí. Porque escondida en las manos del emprendedurismo, yace la verdadera fuerza del desarrollo de nuestra Honduras.

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Hoy me encuentro en un mundo diferente. Un mundo en donde las luchas no se dan en los medios, en donde la intensidad de los esfuerzos y las relaciones no se transmiten en directo, no se cuentan en la radio ni se hacen reportajes en la televisión.

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