Opinión

En diálogo con una prestigiada economista del país, le decía que no podíamos hablar sobre la inversión que está llegando al país, sino todo lo contrario, ¡de la que está saliendo!

Esa es la realidad y los últimos datos del Banco Central así lo demuestran, son centenares de millones de dólares que están saliendo del país por diferentes causas.

La reciente resolución de la Corte Suprema de Justicia declarando inconstitucional la Ley de las Regiones Especiales de Desarrollo (RED), más conocidas como “ciudades modelo”, da fin a un capítulo largo y controvertido de una experiencia o plan de atraer inversión, desarrollo económico, generación de trabajo, que, evidentemente, desde su inicio nació con debilidades estructurales dentro de un modelo económico, social y político en fase de acomodación a situaciones internas y dependiente de los vientos de la economía global.

En un análisis serio, diría que la intención de este modelo tenía fundamentos académicos y de experiencia exitosas en otro continente, donde una amplia comitiva pública y privada lo pudo constatar; pero una vez más, la falta de planificación y adaptación gradual a nuestras condiciones nos llevó a esta resolución, la cual fue demasiada tardía y dejó un sabor político innecesario.

La Corte Suprema de Justicia fue lenta, igualmente la resolución debe ser acatada y mal harían los sectores en cuestionarla, ya que lo único que harían es debilitar la institucionalidad de un poder que fue electo por un proceso amplio y participativo de todos los sectores incluyendo el sector privado.

La expectativas que se depositaron en este plan hicieron que debilitáramos o no trabajáramos en otras acciones orientadas a mantener y atraer inversiones. Me gustaría mencionar resultados concretos del “Honduras abierto a los negocios”, pero lo último que sé es que la Cancillería tiene una deuda enorme con los proveedores para la organización de este evento, y nada de una estadística de resultados de negocios o más inversiones.

Ahora bien, tenemos que analizar qué debemos hacer. Los sectores públicos y privados deben trabajar en una estrategia clara; en caso contrario, este barco se hunde. Uno de los temas fundamentales es indudablemente la seguridad ciudadana, sobre lo que existe una. Por una parte, la empresa privada dice que apoya el impuesto para tal fin; pero, por otra, han salido montos considerables de sus cuentas de operaciones a otros países. En esencia, la medicina resultó peor, ya que sumado a que no hemos mejorado mucho en materia de seguridad, hay fuga de divisas. No se están generando recursos para atender mejor la problemática y el uso y aplicación de los pocos recursos es lento.

Tenemos una cúpula de la Policía medianamente renovada, pero sin equipo ni suficiente apoyo financiero.

La seguridad jurídica de la propiedad, piedra angular para la inversión, está amenazada. Más allá de derechos reivindicadores de tierras ociosas o hechos pasados o no cumplimiento de renovaciones de derechos como se acusó a los azucareros, constituye un mensaje pésimo para el inversionista. Nadie quiere poner plata en donde mañana se la quieran expropiar; otros temas son los costos de servicios básicos, la falta de una política energética nos lleva a altos costos de producción. La débil infraestructura de carreteras, aeropuertos y puertos que, aunque está mejorando, es deficiente es otro factor, y no digamos la seguridad social, la salud y modelo de jubilación. Los trabajadores hondureños son los que menos garantías y beneficios sociales tienen en la región.

Falta de educación y capacitación focalizada a demanda productivas; más impuestos, etc., nos han hecho perder competitividad regional; a esto sumemos la burocracia estatal para poner o establecer un negocio. Esto lo que facilita es más corrupción, tema que se combate a medias porque así como hay corruptos hay corruptores.

El liderazgo empresarial y los trabajadores en vez de estar en mesas de temas que no dejan de ser importantes, deberían fijar la prioridad de sostener y promover más inversión, pero con agenda y ruta clara y nacional de país, no de partido.

Honduras merece mejor presente y futuro. Actuemos ya. El liderazgo se demuestra con hechos, con propuestas, con enfrentamientos serios, con argumentos sólidos de manera pública, no con componendas a intereses personales, y no en misas negras. No más teatro, señores.

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