Idolatrado y odiado, exaltado y ridiculizado, su personalidad absorbente y mesiánica generó por igual lealtades y rechazos tanto por sus compatriotas como por extranjeros: si millones lloraron su fallecimiento, otros lo celebraron.
Y es que uno de sus legados fue dejar a una Venezuela altamente polarizada entre pro y antichavistas, lo que impone el diálogo sincero y efectivo para evitar confrontaciones interclase de mayor intensidad a la actual.
A lo largo de su historia América Latina ha producido caudillos castrenses que han fortalecido la continuidad del orden establecido, jerárquico y excluyente, en tanto otros han confrontado la dura realidad en que sobreviven las mayorías y, al alcanzar el poder, por la vía del voto o de las balas, han impulsado cambios en las estructuras socioeconómicas.
Entre los primeros recordemos a Carrera, Ubico, Somoza, Trujillo, Batista, Odría, Pérez Jiménez, Rojas Pinilla, Stroessner, Banzer, Pinochet.
Entre los segundos, Bolívar, Morazán, Cárdenas, Perón, Arbenz, Velasco Alvarado, Torres, Torrijos, López Arellano, Chávez.
Los cambios implementados variaron en intensidad, en algunos casos teniendo continuidad, en otros no. El tiempo los fue diluyendo o fortaleciendo, dependiendo de las condiciones internas y el equilibrio de fuerzas en cada nación.
Chávez accedió al poder por la vía electoral, triunfando en 13 de 14 elecciones nacionales, ora para elegirlo o confirmarlo. Su popularidad no solo descansó en su genuino deseo por incorporar a millones de venezolanos tradicionalmente excluidos de la riqueza generada por el oro negro a programas básicos de educación, vivienda, salud y nutrición. Más allá de sus buenas intenciones, logró hacerlas realidad dotando de escuelas, casas, hospitales y alimentos subsidiados a compatriotas de las áreas rurales y urbanas, merced a los ingresos billonarios producto de las exportaciones petroleras, en un país que cuenta con la mayor cantidad de reservas de combustibles fósiles en el mundo, superiores a las de Arabia Saudí.
Su liderazgo fue calificado de autocrático, personalista, caudillista: las grandes decisiones eran adoptadas por él, y no siempre tuvieron en cuenta las condiciones específicas de Venezuela. Se le critica haber subordinado los otros poderes, Legislativo y Judicial, al Ejecutivo, con lo que provocó la ruptura y la subordinación del Congreso y la Corte Suprema a su voluntad.
Proclamó el socialismo del siglo XXI, pero fue adversado no solo por sectores políticos derechistas y centristas, también izquierdistas. No es fácil intentar clasificar su liderazgo: ¿populista, vanguardista?
Un intento evaluativo debe tomar en cuenta tanto lo positivo como lo negativo de su desempeño.
De lo primero debe destacarse la reducción en los niveles de pobreza extrema, con cifras confirmadas por los organismos especializados de las Naciones Unidas, y los avances sanitarios, educacionales, en seguridad social, en empleo. Debe recordarse que la estructura social venezolana tradicionalmente ha sido concentradora en cuanto a ingresos y oportunidades: los veinte años anteriores a Chávez fueron un desastre económico, el ingreso per cápita decreciendo entre 1980 a 1988; durante los gobiernos de Chávez la inflación decreció del 28.2 al 18%, cifra sin duda aún entre las más elevadas de Latinoamérica, de acuerdo a Mark Weisbrot, codirector del Center for Economic and Policy Research.
Un logro intangible, pero no por ello secundario, es el empoderamiento y sentido de pertenencia e inclusión que el chavismo inculcó en millones de venezolanos, previa y correctamente percibiéndose excluidos y alienados respecto al sistema bipartidista tradicional, hoy en agonía: COPEI y Acción Democrática.
También debe ser admitido en el haber el impulso integracionista latinoamericano y caribeño impulsado por Chávez, mediante acciones concretas: otorgamiento de créditos a tasas de interés modestas, la venta de petróleo a países no productores (incluyendo Honduras) con facilidades de pago, la fundación de bloques regionales ya sin la tutela y aprobación de Washington. ¡Se hará realidad eventualmente el proyecto de Valle y de Bolívar¡
Del lado negativo, además de la polarización evidente de los y las venezolanas, deben señalarse la corrupción desbocada en altos niveles de la burocracia chavista; el derroche de ganancias petroleras al adquirir armamentos sofisticados; la violencia cotidiana que golpea a la población, intensificando un ambiente de inseguridad y desprotección; la improvisación en la administración pública, que origina duplicidades y despilfarro de fondos; el fracaso en asegurar el abastecimiento alimentario, debiéndose importar la mayor parte de los alimentos; un déficit fiscal cercano al 20% de la economía; una tasa inflacionaria entre las más elevadas del mundo; un endeudamiento diez veces superior al contraído en el 2003; la caída en la producción petrolera resultado de la falta de inversiones y de mantenimiento.
Algunas de las recomendaciones que formula el exmandatario brasileño Lula da Silva, entrañable amigo de Chávez, a las actuales autoridades venezolanas son las siguientes: “Para mantener su legado, los simpatizantes de Chávez en Venezuela tienen mucho trabajo por delante para construir y fortalecer las instituciones democráticas. Tendrán que ayudar a hacer el sistema político más organizado y transparente; hacer más accesible la participación política; realzar el diálogo con los partidos de oposición y fortalecer los sindicatos y grupos de la sociedad civil” (New York Times, 6 marzo 2013).
* También resulta innegable el impulso del chavismo a la integración latinoamericana y caribeña, mediante acciones concretas: otorgamiento de créditos a tasas de interés modestas, la venta de petróleo a países no productores (incluyendo Honduras) con facilidades de pago, la fundación de bloques regionales ya sin la tutela y aprobación de Washington.