Opinión

El partido ha comenzado

La moneda está en el aire. El pitazo sonó, las banderas de las diversas corrientes y partidos flamean en el cielo de mi nación.

Las mejores poses para salir con la sonrisa angelical, las palabras rebuscadas, las promesas tiradas en la mesa electoral.

El partido ha comenzado. Los jugadores han dejado la calistenia y ahora se dedicarán a jugar durante varios meses porque el partido no es de 90 minutos. Todos se consideran los mejores jugadores, harán los mejores pases, harán los ‘dribling’ más fabulosos, tratarán de meter los mejores goles, de ganarse el sí de la afición.

Y es que en nuestra patria hay dos ‘hobbies’ que llegan a enajenar a la población: la política y el fútbol.

Aunque la Selección Nacional ande por la calle de la amargura, la población estará atenta, dormirá, soñará, comerá, beberá futbol, la pasión es tan intensa que aun se estremece como cuando se metió el gol contra España. Aunque la selección anterior fue decepcionante en el Mundial de Sudáfrica, Honduras sigue soñando con ir a Brasil.

Y aunque los políticos nos tienen postrados, seguimos comiendo, soñando política. El juego de la política ha sido intenso, desde la década de los 80 cuando Honduras dejó a un lado los regímenes militares. Los partidos políticos han jugado fútbol con las ilusiones de los hondureños que sueñan con la democracia, que según se cree es el mejor sistema para gobernar a los pueblos.
Haciendo un recuento en las sucesiones presidenciales todos los gobernantes jamás han hecho honor al discurso que han promulgado, al eslogan de campaña.

El primero sumió al país en una verdadera guerra que ni siquiera era nuestra, éramos la plataforma de combate de la Contra; el uso y abuso desmedido de poder hicieron que los hondureños en oposición fueran desaparecidos; Honduras se vendió al mejor postor, nos prostituimos con los ejércitos extranjeros, la patria se vendió. El otro salió iracundo y siguió los pasos de su antecesor porque la guerrilla continuó en nuestra patria como Pedro en su casa.

La nueva energía consolidaba el neoliberalismo, en Honduras empezamos a sentir los trancazos de la devaluación, del saqueo sistemático de las arcas nacionales, ha vaciar el cajón para introducir las plantas térmicas; la Revolución Moral dejaba mucho que desear.

El siguiente con su Agenda quedó a medio escribir, el Mitch se encargó de destruir todo lo malo que había sembrado la podredumbre y darnos un nuevo comienzo; mas los millones de dólares que los países nos dieron para que Honduras se levantara como ave fénix, se trasladaron a la bolsa izquierda; solo nos quedamos con los proyectos de los países amigos dieron. Se fundaron nuevas empresas sin siquiera tener el respaldo económico y los aeropuertos fueron regalados para que dicha empresa se hiciera multimillonaria.

La condonación sirvió para decir: “la mesa está servida” y el otro se la comió en francachelas, de sentirse dios y en hacer un simulacro para perpetuarse en el poder.

Ahora el puño firme, que prometió trabajo y seguridad, solo ha sido un puño débil contra estos flagelos; el éxodo de mojados continúa y la criminalidad se gana el podio con la medalla de oro.

La nueva generación de políticos se ha lanzado al ruedo, van detrás de la silla presidencial, quieren ser diferentes a los que los han antecedido.

Si gana uno de ellos, los liberales saldrán purgados del gobierno porque promete que solo los cachos deberán disfrutar del poder; los hijos de papi seguirán defendiendo las economías y patrimonio, el testaferro quiere saber si en el pasado fue él o el otro quien había arrastrado a las masas que llevaron a la postulación del vicepresidente.

Se promete el combate de la corrupción, ¿será posible? La corrupción está sembrada en los corazones del hombre y las instituciones políticas además de fomentarla, la siembran, la cultivan, la riegan para que cada uno de nosotros al estar enlodado de esta no podamos criticarlos y sino más bien aplaudirlos. Y se me quedaban los que aún siguen añorando la patria de Lenin y Stalin, doctrina que se sepultó en las postrimería de los 80.

La moneda está en el aire, “echada está la suerte”, que gane el que más méritos tenga y que en esta ocasión miremos con nuestros ojos y no con el corazón, depositemos el voto con convicción y no por emoción.

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