Opinión

'El engaño es una virtud”

Cuando ya la opinión pública colombiana y extranjera creía que el manoseo e irrespeto a la justicia había llegado a su punto culminante, acaba de sorprenderse con la fuga del señor excomisionado de Paz del régimen de Uribe Vélez, quien debía presentarse a las citas que le había impuesto la Fiscalía General de Colombia, para aclarar su intervención en la presunta falsa desmovilización de 68 guerrilleros entre 2005 y 2006, que le costaron al país cerca de 1,337 millones de pesos, más o menos unos 700,000 dólares.

El punto más alto de esta historia reciente de vergüenza nacional lo había marcado el año pasado, la exdirectora del DAS (policía política colombiana), María del Pilar Hurtado, responsable de las interceptaciones ilegales a periodistas de oposición, magistrados de las Altas Cortes y funcionarios no afectos al gobierno.

La concesión del asilo “político” en Panamá, controvierte, como lo hemos argumentado en repetidas oportunidades, su naturaleza jurídica, destinado solo para delitos políticos, como lo indica la tradición universal, la práctica consuetudinaria y los mismos tratados internacionales.

Ahora entra en la lista de los prófugos de la justicia, el señor Luis Carlos Ramírez, quien engañando a la justicia, con el punible concurso de su abogada, le saca el cuerpo a las citas judiciales, en una actitud de arrogancia, burla y prepotencia, propia de los altos funcionarios que por espacio de ocho años manejaron a su antojo el país; enviando un pésimo mensaje a Juan Pueblo, contra quien, en casos similares, se utilizan todos los mecanismos, incluso el del allanamiento consagrado por las normas de procedimiento penal para hacer que comparezca ante los estrados judiciales.

Pero esta es apenas una tragicómica cara de la moneda. La otra tiene que ver con el “combustible” que la torticera conducta del excomisionado viene recibiendo por parte de quienes compartieron con él el poder en esos oscuros ocho años de la reciente historia colombiana.

El maquiavélico exasesor José Obdulio Gaviria -dicen que primo de Pablo Escobar, lo cual se le podría perdonar-, y “cerebro” del régimen aplaudió la actitud del exfuncionario encargado de las desmovilizaciones, señalando que su tarea, la del excomisionado se insiste, es la de reinvidicar su lucha y darse a la tarea de “buscar la recuperación del poder” para Álvaro Uribe Vélez. Sí, así como se lee, y que Restrepo es un “rebelde político” que debe buscar refugio político o mantenerse en la clandestinidad frente al llamado de la Fiscalía General de la Nación que le imputará cargos por peculado por apropiación, fraude procesal, concierto para delinquir y tráfico y porte de armas de uso privativo.

Cinismo y desvergüenza que alcanza su mayor expresión cuando el mismo oscuro personaje justifica la ausencia de Restrepo, quien a través de su abogada mintió asegurando su comparecencia, al señalar que “en política el engaño es una virtud”, en su criterio, por lo tanto, plausible. De ahí a justificar el robo, el asesinato, las interceptaciones ilegales, etc., tan solo hay un pequeño paso en el código de conducta uribista. Con razón cometieron tantos atropellos, si esa era su filosofía, la de sus más personales y protervos intereses. Otra burla sin nombre al pueblo colombiano.