Opinión

El ciclo del salario mínimo

Se repite de nuevo. El ciclo infructuoso de la famosa negociación del nuevo salario mínimo inicia. El ministro del Trabajo convocará a la comisión tripartita conformada por obreros y empresarios. Esta comisión se sentará a revisar la misma estadística económica como ser la inflación, IMAE, y otros indicadores. Se levantarán los mismos cuestionamientos sobre la veracidad de la información. Los obreros definirán un monto porcentual de incremento, siempre elevado como buen principio de negociación. Los empresarios comenzarán bajos, si es que participan, y empezará la negociación, la cual consistirá de largas reuniones sin desenlace. La única variación entre cada año será el tiempo que esperará el Presidente de la República para definir el porcentaje salomónico de incremento.

Mientras esto sucede, la economía global sigue agonizando. El mundo entero sigue sumergido en una ola recesiva que no permite el despegue esperado. Los dos principales socios comerciales de Honduras: Estados Unidos y la Unión Europea, están inmersos en graves problemas de sostenimiento de sus deudas públicas, equilibrios fiscales y cargas sociales. Se habla inclusive de una posible ruptura de la Eurozona, algo nunca imaginado hace un año. Estados Unidos sigue con niveles de desempleo caóticos sin poder estimular la economía pese a los trillones de dólares invertidos por el gobierno de Obama.

¿Con ese entorno tan convulsivo, cómo se espera que Honduras levante su economía? A lo interno, la construcción sigue deprimida. El comercio está sobreviviendo. Los únicos agentes que crecen significativamente son las telecomunicaciones y la banca. Rubros que no generarán más empleos masivamente en el corto plazo. El sector exportador, conformado por el café, la maquila, la agroindustria, el tabaco, entre otros, depende principalmente del consumo de Estados Unidos y Europa. Las remesas también están comprometidas por la salud económica de los referidos países. La clave en estos momentos es lograr sobrevivir a la crisis mundial, sin incrementar la pobreza. Algo que no se logró en la crisis del 2008.

La empresa privada hondureña y cualquier inversionista potencial requieren de tres elementos para poder desarrollarse, significando esto mantener y crear empleos: predictibilidad, consistencia y estímulo. La predictibilidad le permite al empresario hacer planes de negocio. Conoce y entiende qué sucederá en su futuro, por ende puede planificar su crecimiento más allá de su presupuesto anual, lo que da la confianza para invertir para el largo plazo. Obtener consistencia en su entorno elimina la necesidad de mantenerse con planes de crisis por cada nuevo acontecimiento que se sobreviene. Los cambios no son malos, los cambios bruscos son los dañinos. Un ejemplo de esto es la devaluación. Se ha tenido una devaluación leve. Aun cuando afectará a todos los sectores, la suavidad del deslizamiento permite a los agentes económicos ajustarse y las reacciones son igualmente sutiles. Por último, se necesita estímulo. Se debe premiar a la industria que pueda sostener los empleos y crear nuevos. Se debe dejar de castigar a los buenos por ser incapaces de controlar a los malos. Sin estímulo, aumentarán los despidos. El peor trabajo es el que no se tiene. Esto lo saben bien los desempleados.

El salario mínimo debe ser una herramienta de desarrollo. Entendiendo la crisis que volverá a cubrir a Honduras, no debe seguir siendo un instrumento político. Tres cambios serían fundamentales para transformarlo. El primero, que sea fijado por un peíiodo trianual. De esta manera, se estaría blindando el proceso de las campañas políticas por venir. Segundo, que se fije un incremento prudente anual, del 5% por ejemplo, pero sostenido y a ejecutarse de manera semestral. Y tercero, que vuelvan a incorporarse las categorías y las regiones, con el fin de proteger a las industrias más vulnerables a la crisis como ser el sector rural, las Pymes y la construcción. No se pueden esperar resultados diferentes haciendo las cosas de la misma manera.Se repite de nuevo. El ciclo infructuoso de la famosa negociación del nuevo salario mínimo inicia. El ministro del Trabajo convocará a la comisión tripartita conformada por obreros y empresarios. Esta comisión se sentará a revisar la misma estadística económica como ser la inflación, IMAE, y otros indicadores. Se levantarán los mismos cuestionamientos sobre la veracidad de la información. Los obreros definirán un monto porcentual de incremento, siempre elevado como buen principio de negociación. Los empresarios comenzarán bajos, si es que participan, y empezará la negociación, la cual consistirá de largas reuniones sin desenlace. La única variación entre cada año será el tiempo que esperará el Presidente de la Republica para definir el porcentaje salomónico de incremento.

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