Opinión

Educación, de mal a peor

Con la mesa del diálogo destrozada, y las acusaciones, contraacusaciones y amenazas entre el secretario de Educación, Marlon Escoto, y los dirigentes magisteriales, el clima educativo en Honduras se enrarece hasta el paroxismo.

Desde hace tiempo estamos tan mal que era difícil creer que el deterioro del sistema educativo hondureño, como producto de la confrontación entre el gobierno y los docentes, pudiera empeorar; pero así ocurrió, ahora con un ministro que muchos creían cercano a la beligerancia gremial de los docentes, quien sustituyó a un exdirigente magisterial que tampoco pudo con sus excompañeros.

Independientemente de las fallas propias del gobierno, incapaz de cumplir a cabalidad con sus responsabilidades, el colmo ahora es que los dirigentes magisteriales han anunciado que boicotearán la evaluación de la calidad educativa en matemáticas y español, programada por la Secretaría de Educación para el próximo 27 de noviembre y que incluye a 1.7 millones de alumnos de primero a noveno grado en todo el país.

Para eso, el gobierno ha montado una vasta estructura organizativa, en la que también participa la cooperación internacional, que terminará en un desperdicio de recursos si se permite a los docentes salirse con la suya de “cerrar las aulas el 27 de noviembre, no dejar entrar a los evaluadores... o pedir a los niños que no vayan a la escuela ese día”, como les ha ordenado un dirigente magisterial.

Aunque los docentes dicen que ese nuevo irrespeto hacia las autoridades establecidas es en represalia porque el ministro Escoto suspendió el diálogo porque quería obligarlos a firmar un acta donde se comprometieran a cerrar el año lectivo hasta el 21 de diciembre, lo que parece más obvio es que temen un mal resultado para sus alumnos a los que tanto han desatendido por sus constantes huelgas.

Pero lo malo no termina allí. Ahora es que el ministro Escoto incluso ha acusado a los dirigentes magisteriales de estar detrás del robo, el lunes, de más de cien computadores que eran transportadas en dos vehículos hacia San Pedro Sula y Danlí.

Las cosas, pues, empeoran en educación en detrimento de los niños y jóvenes que asisten a las escuelas y colegios públicos, lo que demuestra una vez más que en Honduras no se les está buscando siquiera solución verdadera a los ingentes problemas que nos agobian y ensombrecen las perspectivas hacia el futuro.