El impacto de la pandemia en el sistema educativo es incalculable, tras dos años de mantenerse cerrados los centros educativos en todos sus niveles y un fallido plan de educación virtual que ha dejado fuera del mismo a más de medio millón de niños, niñas y jóvenes, por lo que retomar la presencialidad este año escolar es imperativo.
No hay excusas posibles para no hacerlo, ni siquiera las malas condiciones de los centros de enseñanza, la falta de servicios básicos y las graves condiciones de la pandemia, que siguen golpeando con fuerza a la población.
Retrasar la apertura de clases representaría el colapso del sistema, advierten especialistas, quienes consideran, además, que no hacerlo recrudecería la crisis y profundizaría las brechas sociales entre los que más tienen y los que menos tienen.
Es cierto que las condiciones actuales de la pandemia no dan tregua y podrían no favorecer los planes de la tan ansiada reapertura de los centros escolares.
Por estas y muchas otras razones, no se puede seguir dando largas a tal decisión y en ese camino deben estar concentrados las autoridades educativas que asumirán la responsabilidad de dirigir el sistema educativo el 27 de enero próximo.
El proceso seguro que no será fácil, pero requerirá de ideas creativas, planes innovadores y de un mayor presupuesto que garantice que todos los niños y jóvenes volverán a las aulas de clases de manera segura y que se iniciará así con el escabroso camino de atraer a la escuela a quienes la pandemia y la pobreza les obligó a dejar, y si las condiciones de la pandemia no son favorables, se tendrán disponibles planes que les garanticen a todos que los servicios educativos les serán brindados constante y permanentemente.
Cualquiera que sea el escenario, urgente será también asegurar una educación de calidad para todos.
No hay excusas posibles para no hacerlo, ni siquiera las malas condiciones de los centros de enseñanza, la falta de servicios básicos y las graves condiciones de la pandemia, que siguen golpeando con fuerza a la población.
Retrasar la apertura de clases representaría el colapso del sistema, advierten especialistas, quienes consideran, además, que no hacerlo recrudecería la crisis y profundizaría las brechas sociales entre los que más tienen y los que menos tienen.
Es cierto que las condiciones actuales de la pandemia no dan tregua y podrían no favorecer los planes de la tan ansiada reapertura de los centros escolares.
Por estas y muchas otras razones, no se puede seguir dando largas a tal decisión y en ese camino deben estar concentrados las autoridades educativas que asumirán la responsabilidad de dirigir el sistema educativo el 27 de enero próximo.
El proceso seguro que no será fácil, pero requerirá de ideas creativas, planes innovadores y de un mayor presupuesto que garantice que todos los niños y jóvenes volverán a las aulas de clases de manera segura y que se iniciará así con el escabroso camino de atraer a la escuela a quienes la pandemia y la pobreza les obligó a dejar, y si las condiciones de la pandemia no son favorables, se tendrán disponibles planes que les garanticen a todos que los servicios educativos les serán brindados constante y permanentemente.
Cualquiera que sea el escenario, urgente será también asegurar una educación de calidad para todos.