Editorial

Una Fuerza Nacional Antimaras y Pandillas

a violencia causada por maras y pandillas sigue cobrando fuerza en el país. Todos los días los medios de comunicación cuentan detalles de asesinatos, asaltos, cobros de extorsiones y control de territorios, entre una serie de actividades delictivas ejecutadas por los miembros de estas estructuras criminales.

El gobierno hondureño ha anunciado la creación de una Fuerza Nacional Antimaras y Pandillas que estará integrada por agencias e instituciones de seguridad del Estado para enfrentar con mayor efectividad a estos grupos que atemorizan a la población, por lo que este anuncio enciende una llama de esperanza entre quienes se enfrentan día a día al ataque indiscriminado de los delincuentes.

También es importante saber que esta nueva fuerza contará con el apoyo del Buró Federal de Investigaciones de los Estados Unidos (FBI), pues de todos es sabido que estas estructuras criminales son transnacionales, por lo que las acciones para enfrentarlas deben ser coordinadas, en este caso, con los países fronterizos y de la región centroamericana, que sufren por igual su embate.

Pero eso no es suficiente. Las autoridades gubernamentales deben tener más que claro que estas acciones represivas contra el delito deben ser complementadas con acciones preventivas.

La estrategia debe, por ejemplo, tomar en cuenta factores de reinserción efectiva, en la que el apoyo de organizaciones de la sociedad civil y la iglesias son preponderantes. A la par se deben abrir las puertas de los centros educativos para los jóvenes que están en riesgo de ser reclutados y quienes quieren salir de ellos. Es vital que se abran oportunidades para el acceso a un empleo digno, en el que se les pague un buen salario y se respeten sus derechos laborales. Se debe también tomar acciones firmes en la lucha contra la corrupción e impunidad. No se debe permitir que los funcionarios y sus allegados lleguen a los cargos públicos a robar. Solo así se cerrarán las puertas a los grupos delincuenciales, las estructuras transnacionales que tienen en la pobreza de pueblos como Honduras su principal aliado. No es una lucha fácil, pero es una lucha que debe librarse desde todos los frentes para al final garantizarle a la población los niveles de seguridad y bienestar que se merecen.