Editorial

Una feliz Navidad con prevención

Cuando se informa que los hospitales están listos para atender las emergencias en las fiestas de fin de año, más pareciera que los hondureños nos preparamos para lo peor de una guerra y no para la celebración del nacimiento del creador del mundo.

Lastimosamente en Honduras, la falta de educación en cuanto a prevención convierte una jornada de alegría y festejo en un ligero período de tragedias y dolor que no quisiéramos que pasara.

Muchas familias quedan en la calle porque se les incendia la casa por el recalentamiento del tendido eléctrico ante tanto uso de aparatos al mismo tiempo; muchos niños resultan con sus manos mutiladas por el uso indebido de la pólvora; otras personas pierden la vida en las calles y carreteras víctimas de conductores en estado de ebriedad, lamentablemente también están aquellos casos de compatriotas que mueren producto de una bala perdida disparada por los irresponsables.

Como es una época de mucho consumismo, por el movimiento de gran cantidad de circulante, también están las víctimas de los delincuentes y hasta de los acaparadores y especuladores en el comercio interno.

A todas estas amenazas, este año hay que agregarle la violencia generada por la crisis política que afecta el estado emocional de los hondureños.

Excelente el trabajo de las autoridades de Salud para que los hospitales públicos y otros centros asistenciales estén listos para salvar vidas, pero también es una responsabilidad de cada persona velar por su seguridad y la de los suyos siguiendo las recomendaciones que dan las entidades de socorro y la Policía, para pasar las fiestas de fin de año alegres y sin mayores novedades.

Entendamos que prevenir es más barato que curar. En la medida en que tomemos más precauciones nos estaremos alejando del peligro.

Esta vez también se exhorta a los hondureños a evitar esas discusiones partidarias, no vale la pena agredir verbal o físicamente a los demás porque no comulgan con nuestros ideales.

Celebremos el nacimiento de nuestro creador como Él nos mandó: “amando al prójimo como a uno mismo”, y previniendo para evitar fatalidades.