Fue el 18 de mayo de 1525, hace ya 500 años, que por orden de Francisco de las Casas, enviado de Hernán Cortés, se fundó la villa de Trujillo en la provincia de Honduras.
Esta bella bahía -donde en 1502 se realizó la primera misa celebrada en tierra firme en América- fue la primera capital de Honduras y uno de los principales asentamientos de los españoles en el continente americano.
Debido a su posición estratégica frente al mar Caribe, fue blanco constante de ataques por piratas y corsarios durante los siglos XVI y XVII, cuando piratas ingleses, franceses y holandeses atacaron Trujillo repetidamente buscando saquear oro, provisiones y esclavos.
En 1860, el filibustero William Walker fue hecho prisionero en Honduras por las tropas británicas y fusilado la mañana del 12 de septiembre. Sus restos aún se encuentran en el cementerio de la comunidad.
Las constantes luchas de las que fueron testigos y protagonistas, y el abandono histórico al que se han visto sometidos, no han sido obstáculo para levantarse de entre las cenizas y ver el futuro con optimismo.
Ese optimismo que sus pobladores han expuesto a lo largo de esta semana con una serie de actos cívicos, culturales y religiosos en los que resaltan y muestran al mundo con orgullo su herencia cultural y los esfuerzos a los que deben enfrentarse para superar los problemas que golpean a su población, teniendo como motor que impulsa sus ideales su legado cultural, su diversidad y su belleza natural, que al mismo tiempo los posiciona como uno de los principales puntos turísticos de Honduras y la región centroamericana.
Como lo han establecido sus autoridades, ojalá que esta celebración no solo sea para recordar su histórico legado cultural, sus maravillas naturales y el don de su gente, sino que sea el punto de partida que lleve a redescubrir, valorar e impulsar el desarrollo de este hermoso paraje.