Las cifras del covid-19 parecen haber disminuido en las últimas semanas en Honduras, lo que no significa que la pandemia ha retrocedido o está en camino a desaparecer.
Un ejemplo a tener en cuenta es lo que está sucediendo actualmente en los países europeos que fueron golpeados por la pandemia, y en los cuales, tras el aplanamiento de la curva de contagios y la reapertura gradual de la economía, se están registrando rebrotes de la enfermedad que están obligando a las autoridades a imponer nuevas restricciones en su afán de contener la expansión del virus.
Por ejemplo, en Inglaterra, el país europeo más enlutado con 42,000 decesos, esta semana se impusieron nuevas restricciones, como un toque de queda para bares y restaurantes y el retorno al teletrabajo.
En Honduras, seis meses después del registro oficial del primer caso de covid-19 y de más de 72,300 contagios y 2,200 muertes, se comenzaron a dar los primeros pasos para la reactivación económica en un escenario todavía incierto sobre la situación actual de la pandemia, marcada por la reducción del número de pruebas PCR, pero también por una importante reducción en el número de atenciones en los triajes y hospitales de Tegucigalpa y San Pedro Sula, no así en el interior del país, por ejemplo, en las Islas de la Bahía, donde el número de casos ha crecido exponencialmente en las últimas semanas.
Hay que tener claro que el virus es altamente contagioso y que este no es el momento de bajar la guardia, de relajarse o creer que la pandemia está controlada.
La responsabilidad personal y social debe ser más bien mayor para contener todos juntos la expansión del virus, el contagio de más hondureños y hondureñas, y con ello asegurar que continuarán los procesos de reapertura de todos los sectores económicos, sociales, educativos y culturales.