Editorial

Planificación y coordinación

Para hacer frente, con posibilidades de éxito, a la severa y compleja crisis actual, es vital y decisivo descartar, de una vez por todas, la improvisación, incompetencia, secretividad y manejo irregular de millonarias sumas, que caracterizaron el desempeño de diversas dependencias estatales desde antes de la llegada de la pandemia, dando paso a la integración del quehacer interministerial, evitando duplicación de recursos, esfuerzos, energías al igual que rivalidades y conflictos de carácter personal.

Este es el año en que la población empezará a ser vacunada en dos etapas con el fármaco que, procedente del exterior, vía compra y donación, permitirá inmunizar gradualmente a nuestros compatriotas, priorizando a quienes laboran directamente en la atención de personas infectadas con el coronavirus y a las y los hondureños de la tercera edad por su situación de riesgo. Los demás debemos esperar pacientemente el momento que nos corresponda, sin ejercer presiones e influencias para ser vacunados con antelación.

Los recursos humanos y económicos al igual que los medicamentos, que son limitados, deben ser administrados con racionalidad y eficacia, sus procedimientos consignados por escrito en directrices y manuales, a efecto de evitar interpretaciones erróneas. El formidable desafío que presenta la logística en el envío de la vacuna a los cuatro puntos cardinales de la nación requiere de previo entrenamiento para el personal que tendrá a su cargo las distintas etapas de un complejo proceso.

Recuérdese que al igual que otros medicamentos, debe utilizarse antes de que expire su fecha de vencimiento, debiendo preservarse a temperaturas muy por debajo de los cero grados para garantizar su efectividad. De no actuar así, nuevamente se incurrirá en el derroche que periódicamente ha sido detectado en hospitales y centros de salud públicos.

Si se programa con la debida antelación es posible culminar con éxito la vacunación masiva de todas y todos, sin exclusión.