Editorial

Parar los accidentes de tránsito

El creciente número de accidentes de tránsito en las calles de las ciudades y las carreteras del país están generando alarma entre la población por el creciente número de víctimas mortales que están dejando a su paso. Las cifras son escalofriantes. Entre el 1 de enero y el 6 de marzo de este año se registraron 1,143 incidentes de este tipo y la muerte de 274 personas, en su mayoría hombres de entre 26 y 61 años de edad, generando un duro impacto en la economía del hogar y del país, ya que los muertos en su mayoría son personas económicamente activas, cabezas de hogar, emprendedores o empleados.

El sistema de salud también se ha visto colapsado por el alto número de personas que resultan lesionadas en estos accidentes. Las autoridades del Hospital Escuela Universitario dijeron que en 2018 cinco de cada 10 personas que se atendieron en la sala de emergencias eran víctimas de un accidente de tránsito; pacientes que ingresaron con un politraumatismo, y aunque el hospital no ha compartido por ahora el impacto económico en su presupuesto, se asume que el mismo es bastante alto. Lo más grave es que los accidentes se siguen dando ante la aparente pasividad de una Policía de Tránsito que parece rebasada por la realidad que se vive día con día en las calles y carreteras del país, marcada por la creciente irresponsabilidad de los motoristas, quienes en una gran mayoría no observan el respeto para las señales de tránsito ni cumplen con las medidas de prevención que establece la ley, tal como no usar sus teléfonos celulares al momento de conducir, respetar los límites de velocidad, no rebasar en curva y usar los cascos de protección (en el caso de los motociclistas). Y está claro que parar esta epidemia depende de la voluntad de los motoristas y la responsabilidad de las autoridades de Tránsito de aplicar la ley correctamente, y en el momento preciso, a todos los que la violenten, sin importar su condición social o económica, y de una masiva campaña de educación sobre la responsabilidad al momento de conducir máquinas y el respeto irrestricto a la vida propia y de los demás.