Un nuevo conflicto aflora entre la estatal Empresa Nacional de Energía Electrica (ENEE) y los representantes de la Empresa Energía Honduras (EEH) alrededor del cumplimiento del “Contrato para la recuperación de pérdidas de los servicios prestados por la ENEE para la ejecución del componente de distribución y flujo financiero”, otorgado al consorcio de capital colombiano desde hace cuatro años.
Ambas partes se acusan de haber incumplido con lo pactado, pero han sido incapaces de buscar un acercamiento y una solución a sus controversias en el marco de las instancias para la solución de conflictos que se establecen en el mismo convenio, y ahora, sin el menor pudor, hablan de millonarias demandas en tribunales internacionales, sin importar el daño que harían a las ya deterioradas finanzas del empobrecido Estado hondureño.
Y lo peor es que mientras las autoridades de ambas partes se pelean desde sus cómodas oficinas con aire acondicionado, los y las hondureñas siguen cargando sobre sus espaldas el pésimo servicio eléctrico a nivel nacional, que, para el caso, zonas como Olancho ven interrumpido casi todos los días, aunque ni aun así dejan de recibir los recibos de cobro.
La situación actual los obliga a buscar un acercamiento para identificar una salida negociada a un conflicto en el que ambos tienen culpas, en el que ambos han incumplido.
Y si en ese marco concluyen que, como lo ha dicho el presidente de los trabajadores de la ENEE, el contrato es inviable, y es necesaria su revisión, pues hacerlo, pero respetando lo que establecen las leyes de la República, los marcos jurídicos establecidos y, ante todo, los intereses de los y las hondureñas que al final son los que pagan los platos rotos de la mala administración de la empresa, recibiendo un pésimo servicio por el cual, además, deben pagar caro.
Esa es su responsabilidad.