Editorial

La presidenta Xiomara Castro ha esbozado en su discurso de toma de posesión las condiciones “difíciles”, “alarmantes”, “catastróficas” en las que recibe la administración del Estado de manos de su antecesor, el nacionalista Juan Orlando Hernández, que gobernó por ocho años y resaltado que el Estado de Honduras ha sido hundido en estos últimos 12 años “y lo recibo en bancarrota”.

Dijo que la catástrofe económica no tiene parangón en la historia y citó el caso de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE). “Es una mancha que nos dejan y un agujero fiscal de dimensiones insalvables a corto plazo”, señaló la mandataria, que en relación con este tema anunció un subsidio para los usuarios de menos de 150 kilovatios mensuales, el que deberán asumir en sus facturas los altos consumidores.

No olvidó los temas de corrupción y transparencia, de respeto de los derechos humanos, de violencia e inseguridad ciudadana, de medio ambiente; el tema de las ZEDE, así como los graves problemas que enfrentan los sectores de salud y educación, sin olvidar, su propuesta de la refundación del Estado socialista y democrático.

En resumen, en este primer discurso presidencial se han reiterado las promesas de campaña de la entonces candidata y hoy primera mujer presidenta de Honduras, un hecho que marca historia en esta nación. La agenda de trabajo es amplia y concretarla dependerá de la capacidad de diálogo, concertación y acercamiento de la presidenta y sus equipos de trabajo con todos los sectores representativos de la sociedad. Solos les será difícil lograrlo.

Ya la campaña terminó, ahora queda comenzar a trabajar fuerte para no fallarle a los electores y sentar las bases que les permitan revertir los altos índices de pobreza que golpean al 74% de la población y que han pasado a poner a Honduras como el país más pobre del continente.