Editorial

El covid-19 sigue atacando sin piedad

pocos días del inicio de la Semana Santa, las salas de cuidados intensivos de los hospitales públicos y privados de Honduras están colapsadas por pacientes graves de covid-19, pero también están llenos los triajes y las salas de estabilización como resultado de una nueva ola de la enfermedad que golpea con fuerza a la población.

El personal médico está una vez más alertando de la gravedad de la situación y llamando a las personas a ser prudentes en el feriado que por la Semana Santa se avecina.

No se debe olvidar que el covid-19 es una enfermedad grave, no una simple gripe, y que el virus está circulando libremente por el territorio nacional, incluso en el área rural, que es la más vulnerable, por la falta de centros asistenciales, triajes, personal sanitario, equipos médicos y de bioseguridad, entre otros.

El panorama no puede ser más desolador, y como si eso fuera poco, mientras el número de contagios y de muertes por la causa de esta enfermedad sigue sumando víctimas, los hospitales móviles por los cuales se pagaron 48 millones de dólares por adelantado a un dudoso proveedor en Turquía todavía no entran en funcionamiento y los responsables de la dolosa transacción no han sido llamados a rendir cuentas ante la justicia.

También es lento el proceso de vacunación iniciado con las donaciones hechas por el gobierno de Israel y el mecanismo Covax de la OMS, las que han alcanzado apenas para aplicar la primera de dos dosis al 90% del personal sanitario de la primera línea, lo que a su vez significa que las personas de a pie debemos esperar mucho para poder optar a una vacuna.

En ese contexto, no cabe más que clamar a quienes tendrán la posibilidad de salir a disfrutar de sus vacaciones de Semana Santa que lo hagan con responsabilidad, observando todas y cada una de las medidas de bioseguridad recomendadas, para salvaguardar la vida propia y la de sus familias.