El hecho que en los primeros diez meses del año ya se superó el total de deportados de Estados Unidos registrado en 2012, si bien se inscribe dentro del récord de deportaciones alcanzado por la administración Obama, también exhibe nuestra propia y difícil realidad: cada vez son más los compatriotas que huyen tanto de la pobreza y la falta de oportunidades como de la inseguridad que han empeorado hasta el paroxismo en el gobierno del Partido Nacional.
De hecho, cuando las autoridades mexicanas detienen o rescatan a migrantes centroamericanos que recorren ese peligroso territorio en su ruta hacia Estados Unidos la mayoría de ellos son ciudadanos de Honduras y Guatemala, los dos países del istmo con peores condiciones de vida para sus habitantes.
Una confirmación que Honduras y Guatemala son los dos países centroamericanos que más expulsan a sus ciudadanos por la vía de la migración es que, pese a las masivas deportaciones, las remesas de ambos crecieron un 10% en los primeros diez meses del año, en cambio en El Salvador el aumento fue del 3%. De hecho las remesas se han convertido en el pilar de la endeble economía de estos dos empobrecidos países vecinos.
Aunque hay quienes critican al gobierno del presidente Lobo por no hacer más para disminuir las deportaciones, la realidad es que no es mucho lo que puede hacer debido a las medidas adoptadas por Estados Unidos para combatir la migración ilegal. Tampoco puede esperarse mucho del gobierno en cuando a ayudar a los compatriotas deportados, ya que simple y sencillamente no tiene fondos ni siquiera para el pago de los burócratas.
Eso sí, el gobierno que lo sustituirá el próximo 27 de enero sí podrá hacer mucho, si adopta las políticas socioeconómicas adecuadas, porque la solución del problema de la migración no está en Estados Unidos, sino en la mejoría de las condiciones de vida de los hondureños, en la creación de oportunidades para todos, en el crecimiento de la economía y en la recuperación de la seguridad perdida.
Además de la ruptura familiar y todos los problemas que eso trae consigo, la masiva migración de jóvenes pobres y ahora hasta de pequeños emprendedores hartos de las extorsiones y la inseguridad en general, también tiene un fuerte impacto en el futuro del desarrollo del país, por la fuga de mano de obra y de “cerebros” que harán falta cuando por fin se inicie el camino hacia la construcción de un mejor país.