Opinión

De lo que no se habla en la campaña

Quien gane las elecciones del próximo 24 de noviembre recibirá una deuda pública cercana a 162,000 millones de lempiras (7,857.2 millones de dólares), un servicio de deuda de 23,000 millones y un déficit fiscal de entre 6% y 8% del PIB, o sea que este gobierno heredará una verdadera bomba de tiempo de la que, sin embargo, ninguno de los ocho candidatos presidenciales está tomando nota.

De hecho, como lo han observado los expertos, las promesas con las que los aspirantes a gobernar el país pretenden atraer la simpatía de los electores no son más que castillos en el aire ya que ninguno de ellos ha abordado el asunto clave: cómo sanear la deteriorada macroeconomía nacional, una condición sine qua non para cualquier programa mínimo de desarrollo social y económico.

Para aprovechar el tiempo que le queda a la campaña electoral de forma más positiva para el futuro del país, el economista senior del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi), Ricardo Barrientos, en entrevista con EL HERALDO, incluso recomienda al gobierno del presidente Lobo promover un debate e incluso la búsqueda de un pacto, que debe comenzar con informar a los candidatos sobre la real situación fiscal del país.

Pero lo cierto es que el gobierno parece más interesado en aparentar que todo está bien, como cuando defiende a capa y espada la sostenibilidad de la deuda, aunque según los propios parámetros de organismos internacionales, como el Banco Mundial, si llega a superar el 40% del PIB, lo que se espera ocurra para diciembre próximo, la misma estaría seriamente comprometida.

Hay un crecimiento insostenible de la deuda y se estima que este gobierno dejará además una deuda flotante por el orden de los cuatro mil millones de lempiras, lo que ataría las manos para el próximo gobierno no solo por el servicio, que ya llega a los 23 mil millones de lempiras anuales, y la deuda interna, con altos intereses y cortos plazos de pago, sino también porque le impediría conseguir recursos frescos que le permitan cumplir incluso con sus obligaciones básicas.

No hay duda que informar a los candidatos presidenciales y a sus equipos económicos de la situación real por la que atraviesa la macroeconomía nacional, empujarlos hacia el debate y a que expliquen qué harán para revertir la crisis en que encontrarán al país, no solo ayudaría a los electores a tomar una decisión más racional sino que adelantaría el proceso de búsqueda de soluciones.

Hasta ahora, el discurso político se enreda en los pleitos, en los dimes y diretes para entretener al electorado, pero nadie está hablando de las cosas realmente importantes.