Los recursos naturales de Honduras, favorecidos por su privilegiada ubicación geográfica, son de tal magnitud que deberían posibilitar, aun con la tecnología actual, un mayor nivel de desarrollo y bienestar a su población. Sin embargo, el país continúa en una senda de desarrollo lánguida que refleja las limitaciones del sistema político y visión y capacidad de quienes nos han gobernado. El reto es cómo romper con los ciclos de crisis que no permiten desplegar las potencialidades que tiene el país y optimizar el aprovechamiento de sus recursos naturales, posición geográfica y capacidades de la población que residen en su territorio?
Algunos propondrán que son las crisis políticas y económicas internacionales, así como los efectos de los ciclos de negocios, las que han frenado nuestro desarrollo. Esas circunstancias ciertamente se dan, como por ejemplo cuando los precios del petróleo suben o los precios del café bajan, siendo ambos casos ejemplos de factores que complican la situación económica y financiera del país.
Sin embargo, los efectos de esas situaciones internacionales no son particulares a nuestro país, es la realidad con la cual todos los países tienen que lidiar. La diferencia es en la actitud con respecto a ellas y el manejo de las mismas. Por ejemplo, querrán los gobernantes aprovechar la crisis en Europa para justificar situaciones de desempleo y pobreza que se dan en sus países y que prevalecían aun antes de dicha crisis. O la aprovecharán para buscar nuevos mercados a sus productos de exportación y como ejemplo de las complicaciones y costos que generan los elevados déficits fiscales recurrentes a una economía. Y en el caso de países como Honduras, receptores de cooperación europea, lo inviable de creer que podemos seguir dependiendo de la misma, de la manera que lo hemos hecho hasta ahora.
Quizás una forma de contribuir al debate sobre las alternativas que tiene el país para mejorar el nivel de vida de su población sea rescatar para discusión el concepto de frontera, de posibilidades de producción. Se trata de un concepto básico de las ciencias económicas que pretende representar gráficamente el máximo de producción que puede alcanzar un país haciendo uso eficiente de todos los recursos, que cuenta con la tecnología vigente. Los recursos a los que se refiere son los naturales y la mano de obra disponible. La tecnología es la manera o técnica con la que producimos. Uso eficiente significa que no podríamos producir más de algo sin tener que dejar de producir otro producto a cambio.
Si aplicamos ese concepto teórico a la realidad nacional, es fácil concluir lo ineficiente que como sociedad somos. Cuánto desempleado hay en el país, cuántos valles y montañas, riqueza mineral, lagos ríos y aguas territoriales que con trabajo y tecnología podrían producir riqueza y bienestar. ¡Cómo desperdiciamos el enorme potencial que tenemos! ¡Qué falta de visión y liderazgo, de organización y compromiso de quienes nos han gobernado!, para que nos ubiquemos hoy como uno de los tres países más pobres de Latinoamérica. No se trata de lanzar críticas infecundas sino de imaginar que los que ostenten el poder apliquen la ciencia y el conocimiento para propiciar riqueza y bienestar a la generalidad de la población.
Un amigo israelí me dijo que Honduras es como un diamante sin pulir. Yo agregaría: y aún no sabemos cómo pulirlo. ¡Lástima!