Columnistas

Una idea de diálogo

A ciencia cierta no sabemos si la sociedad hondureña está estropeada. Siendo positivo y entusiasta, antes de que se arruine, de momento, hay que pensarla como sensible y lastimada, sus ciudadanas y ciudadanos están perceptibles y frágiles, con miedo y enojados, dando respuestas y comportamientos que aplican para la expresión “mírame y no me toques”.

El enojo es producto de frustraciones afianzadas por las preocupaciones diarias que se han convertido de toda una vida, muchos que creen haber perdido hasta las esperanzas están sólo en las graderías viendo, murmurando, escuchando el juego que en la cancha deben librar. El enojo varía emocionalmente en su intensidad, algunos se aíslan y prefieren no participar en acciones de construcción social y otros millones, aun habilitados para ejercer el sufragio, ni siquiera se mueven a votar. El enojo que se lleva es palpable, las familias se fragmentan, los amigos se alejan, los compañeros de trabajo se confrontan, los líderes de actores claves de construcción de desarrollo, crecimiento y democracia se desafían y no quieren ni hablarse.

¿Cómo dos personas enojadas que apenas pueden verse pueden hablarse?, pareciera una idea tan sin esperanza que no se puede hablar de diálogo en medio de donde hay de trampas, engaños y mentiras rodeando a ciudadanas y ciudadanos, quienes además de sus problemas personales y frustraciones también cargan con dificultades sociales de una sociedad que aún no hemos aprendido a construir. La idea de un diálogo debe comenzar con lo intrínseco en la persona, en el ser humano, apelando a la mente y emoción, al valor de los derechos humanos, por lo que construir un concepto o modelo de diálogo a partir de experiencias de vida distintas, entrelazando como eje transversal los derechos humanos de los cuales se requiere toda una educación ciudadana y desde la psicología social, para descubrir el dolor y riesgos a los que ha estado expuesta la sociedad, podría ser la línea de base para lograr este gran proyecto de diálogo.

El diálogo debe ser el diseño de un tejido hilvanado con hilos de todos los sectores, hilos fuertes provenientes de la fibra de los intereses de todos los participantes para que sea integral y perdurable.