Necesitamos muchos escritores y muchos lectores”. Eduardo Montalvo nos decía esto a un grupo de casi cien asistentes a la conferencia “¿Cómo publicar un libro en Honduras?”.
Con esta actividad daba inicio a la celebración de la Feria del Libro que organizó el Centro Cultural España el 27 y 28 de abril pasado.
Me encontraba muy a gusto en ese ambiente rodeado de jóvenes con sueños de futuros escritores y otros ya consagrados por los premios nacionales e internacionales.
En las diferentes pláticas que tuve salieron a relucir las dificultades para las actividades literarias en nuestro país. La consabida falta de lectores
es la primera.
Alguien me compartió que mientras en España se lee una media de cuatro a seis libros al año, al hondureño promedio nos toma de siete a ocho años terminar la lectura de un
solo libro.
Es interesante darse cuenta que la mayor cantidad de obras publicadas por los hondureños son libros de poesía. Aunque la demanda en la compra de libros está dominada por los cuentos y las novelas.
El auge de la cantidad de obras autopublicadas por sus mismos autores deja en evidencia la iniciativa y la voluntad de muchos autores nacionales.
Me llamó la atención la poca demanda que tienen en las librerías las obras de autores hondureños.
Aunque la plática que más me causó extrañeza fue con una autora de varios libros de cuentos que mencionó las nuevas trabas de parte del gobierno a los escritores.
Me mencionó que desde hace algún tiempo el SAR le pedía un registro del número de libros vendidos al mes para cobrar el respectivo impuesto.
Me pareció un contrasentido añadir una carga más cuando lo deseable, en un país con una incipiente actividad literaria, es que el gobierno aplaudiera cualquier nueva iniciativa cultural. Pareciéramos no darnos cuenta que muchos de los problemas sociales de nuestro país como la violencia, la falta de valores y la crisis de identidad que atravesamos se curan precisamente con una apuesta valiente por la cultura.
Me dio gusto saludar personalmente a varios escritores. En primer lugar a mi madre, Gladys Pavón, que junto con otros como Arturo Sosa, Xiomara Cacho y Ney Reyes, por mencionar algunos, exponían sus obras con especial orgullo. Asistí con especial alegría a la presentación del primer libro de cuentos de Luis Destephen. Es tanto lo que tenemos que aprender de todos los
escritores hondureños.
Tienen la valentía de nadar contracorriente, aunque también es verdad que dentro de tantas dificultades, las oportunidades existen. Solo es que nos atrevamos a entrar en el mágico mundo de la lectura y quién sabe si en este viaje descubramos que también podemos aportar con nuestras propias obras. Tuve la suerte de asistir, hace algunos años a una feria de libro en España. Nuestra realidad es distinta, nos falta mucho camino por recorrer, iniciativas como esta son dignas de toda felicitación y agradecimiento.