En Honduras, cada 23 horas una mujer pierde la vida de forma violenta, de acuerdo con los registros del Observatorio de la Violencia de la UNAH, que el año pasado contabilizó 380 asesinatos y en lo que va de 2019 ya van 19 femicidios.
La violencia mortal hacia mujeres no solo se mantiene entre 300 y 400 casos anuales sino que, además, ha crecido en brutalidad. La saña con la que los criminales asesinan a muchas de sus víctimas tiene matices comparados con la peor película de terror.
El número de femicidios no ha bajado, el problema es la tipificación porque si una mujer es asesinada junto a un grupo de hombres y ella fue ultrajada y agredida, eso es femicidio, pero los forenses no hacen esa diferencia, lamentaba Honorina Rodríguez del CEM-H. Cada año, los juzgados reciben unas 21 mil denuncias de mujeres violentadas y una cantidad similar no llega a los tribunales.
El miedo, el desconocimiento de sus derechos y la desconfianza en la justicia, provoca bajos índices de denuncia y esto lo confirma la impunidad en los femicidios que supera el 90%. En su visita en agosto de 2018, la misión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) manifestó que la impunidad de los femicidios facilita la violencia y la discriminación de género.
Ante las presiones de las organizaciones de mujeres, 13 días después de la visita de la CIDH, el gobierno instaló la Comisión Interinstitucional de Seguimiento a las Investigaciones de Muertes Violentas de Mujeres y los Femicidios. Personalmente, el gobernante prometió a las mujeres un presupuesto de 234 millones de lempiras para fortalecer la unidad de investigación del Ministerio Público (MP), la Secretaría de Derechos Humanos y los juzgados de violencia contra las mujeres.
Pero Finanzas asignó un triste aporte de 40 millones y solo para el MP, evidenciando que el discurso estatal no camina con la práctica, pese a la magnitud y gravedad del problema. Esto implica que se mantiene o profundiza la impunidad porque aunque existan más leyes e instituciones que protegen a las mujeres, no pueden dar respuestas contundentes que reviertan esta epidemia, si no tienen presupuesto, personal capacitado y comprometido.
En las alcaldías, aunque el presupuesto tiene una asignación específica para género y existe una unidad que da seguimiento a esos fondos, son reasignados para otros fines, entre ellos, compra de balones de fútbol o mochilas porque como son para hijos e hijas de mujeres, esto también las beneficia.
El incumplimiento del uso indebido de ese presupuesto es sancionado con tres pírricos salarios mínimos. Por ello, las mujeres demandan que se incorporen fondos reales para investigar científicamente los femicidios y la violencia contra las mujeres, capacitarlas en derechos y apoyar emprendimientos económicos que les generen ingresos; solo así se podrá comenzar a cerrar la brecha de género.
El 25 de enero se celebró el Día de la Mujer Hondureña, fecha emblemática para reconocer a esa mujeres inclaudicables en la lucha por el respeto a los derechos de las mujeres, entre ellas, Indira Murillo y Dilcia Mazier, que persistieron hasta el final de sus días, por romper los estereotipos de género y reivindicar la igualdad de derechos para hombres y mujeres.
Ellas nos legaron un camino de compromiso, sororidad, pasión y coraje para avanzar hacia una sociedad en donde las mujeres seamos consideradas también como ciudadanas iguales en derechos.