Salud, necesidad de una transformación estructural

Desde la última reforma en el sector salud (1972) y el corto período de éxitos que le siguió, el sistema comenzó a deteriorarse

  • 01 de mayo de 2025 a las 00:38

Las instituciones del Estado con las que la población tiene contacto permanente (24/7) son la Secretaría de Salud (Sesal) y el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS); desde una simple gripe hasta algo tan catastrófico como el cáncer, de ahí que el servicio ineficiente de estas genera insatisfacción y convierte a los gobiernos en blanco de profundas y justificadas desaprobaciones.

Desde la última reforma en el sector salud (1972) y el corto período de éxitos que le siguió, el sistema comenzó a deteriorarse, aunque se reconoce que a lo largo de las subsiguientes décadas hubo intentos serios en rescatarlo, con el programa nacional de modernización de los servicios de salud (1990), el proyecto acceso, la extensión de cobertura y la modernización hospitalaria (1998). Todos ellos de resultados insuficientes.

Durante décadas se fueron acumulando las deficiencias estructurales que han dado paso al desabastecimiento crónico de medicinas e insumos, obsolescencia y/o averías irresolubles de equipos, desorganización administrativa de las instituciones proveedoras de salud, abolición de programas nacionales estratégicos de salud pública, corrupción a mansalva, cuyos ejemplos más recientes fueron el saqueo del IHSS y luego los hospitales móviles; las mascarillas y los ventiladores mecánicos durante la pandemia, lo que sacó a flote en el régimen precedente el grado de codicia de funcionarios estatales; y a lo anterior súmesele lo peor que puede ocurrirle a un servicio de salud: la deshumanización.

El sistema de salud hondureño está totalmente fragmentado, descoordinado, con deficiente programación en sus diversas unidades de atención, con duplicidad de funciones y procedimientos de elevado costo, con una distribución arcaica del financiamiento, sujeto a manipulaciones políticas, de ahí que el conflicto en salud con el recurso humano sin pago por varios meses, y que hoy abruma al pueblo pobre (70%) que acude a las mencionadas instituciones, es una consecuencia más del inveterado desquicio estructural.

Cualquiera sea el partido político que asuma el poder en el próximo gobierno debe preparar desde ya transformaciones estructurales al sistema de salud, privilegiando la atención primaria comunitaria-familiar integral; articulando los tres sectores de salud -Sesal, IHSS, instituciones privadas- compartiendo gastos en patologías fatales de alto costo como el cáncer, hipertensión/diabetes/riñón, trauma y rehabilitación a través de institutos donde converjan aportes financieros y técnicos de los tres sectores mencionados para simplificar acciones y reducir costos. Los fondos del asistencialismo que han sido manipulados políticamente y promueven más pobreza deben administrarse dentro del sistema de seguridad social como un pilar solidario, que involucre atención a la enfermedad y soporte económico a los desamparados.

La dotación de servicios médicos debe estadificarse y redistribuir entre Sesal y el IHSS según la complejidad de la atención clínica; así como involucrar al sector privado vía seguros a contribuir con los gastos, cuando se crucen las atenciones a personas por accidentes o por emergencias médicas. Llegó el momento de terminar la era de “apagar fuegos” cada cuatro años. Es imperativo, con visión estadista, la transformación estructural del sistema de salud hacia uno integral, universal, solidario, eficiente, calificado y sostenible.

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