Perder el poder debe servir de catarsis psicológica para eliminar los sentimientos o recuerdos que provocan ese desequilibrio.
La llanura política alecciona sobre lo que pudiendo no se hizo o se hizo mal. En nuestro subdesarrollo mental y cívico el que pierde corta vínculos con el ganador y entorpece cualquier intento de mejorar. Hay algo patológico que hace olvidar y distorsionar todo a su favor.
En lugar de callar errores para buscar enmienda o perdón, los mantienen actualizados como si no fue suficiente su mal accionar que provocó tanto daño irreparable, inocultable e inolvidable.
Sobre todo en el reciente pasado cuando ocuparon el poder abusándolo en todas las formas corruptas inimaginables, además de la incapacidad temeraria demostrada que los marcó para siempre y que es la razón de estar como estamos, rezagados en el progreso. Nadie ni nada se olvida.
No hay quien cumpla su juramento y aplique la ley. No vivimos en un verdadero Estado de derecho para respetar y honrar. Justicia acomodaticia.
Es fácil despotricar y criticar al gobierno de turno, la llanura hace confundir hasta el sentido común para discernir, discutir, disentir y aplaudir, si es el caso, lo bueno que se hace, porque no es un partido, es el hombre que gobierna que convencido de su compromiso desea dejar una obra como constancia de su paso en beneficio de todo un pueblo sin distingos políticos.
El sectarismo enajena. Es oposición sin posición de todos contra todos, sabiendo que nuestro lento y desequilibrado desarrollo como nación se debe precisamente a la politización, porque nunca aprendimos a convivir y luchar unidos como hondureños todos para demostrar que queremos que nuestros hijos no pasen las vicisitudes que vivieron nuestros padres y esta generación mayor en la que vivimos muchos, donde nadie nos puede hacer cuentos de camino real, porque conocemos bien quiénes son y dónde están los verdugos de nuestro atraso político, social y económico.
Estoy convencido que gobernar no es fácil, por eso aseguro que hasta ahora nadie lo ha logrado a plenitud, todos los gobiernos han sido de malos a peores, su malas autoridades han teñido nuestra patria de abandono y mediocridad y nadie se queja de ellos ni les exige y menos castiga con cárcel a tantos corruptos e incapaces que nos ha gobernado.
Inaceptable que cada accionar del gobierno sea criticado y deslegitimado con un cálculo político irresponsable, todo porque no somos capaces de reconocer lo bueno y lo malo, lo razonable y lo lamentable, lo útil y lo inservible. Nunca nada está bien.
Por entrevistas y escritos expresan su pequeñez olvidando que muchos fueron autoridades en sus gobiernos y nada hicieron. Para el exfiscal, exrepresentante en la ONU, exdiputado, exministro de relaciones exteriores, ex de seguridad y ex de gobernación, escritor y profesor universitario todo lo hecho por el gobernante es garrafal equivocación.
Olvidó que cuando pudo en sus poli-desempeños no dejo huella que seguir. El expresidente sin probidad ni capacidad se envalentona con su impunidad que lo tiene sin pagar sus yerros que no prescriben y se atreve a denunciar al actual presidente de dictador incapaz y deshonesto.
Esa es oposición vergonzosamente cínica no cívica. ¿Qué hicieron que no contaron?