Maravillosa patria de cinco estrellas, prodigiosa tierra con la que quisieran soñar todas las criaturas de la Tierra… nuestro país también es un prodigio de bondad y un crisol de honradez, en donde el Estado de derecho se mantiene incólume, con respeto y lealtad a sus instituciones.
Por eso nos duele que hayga tanta envidia, que lo quieran manchar criticando al Congreso Nacional y a sus honorables diputados que con sacrificio y decisión de patriotas debaten los problemas del país con raciocinio, inteligencia y, sobre todo, con decencia para proponer leyes a favor de una gobernabilidad que nos permita la paz duradera, de la cual Honduras goza.
En consecuencia, nos atrevemos a decir que estamos regidos por una política moderna, con procesos históricos que están adaptándose a nuevas situaciones, con organizaciones sociopolíticas más estables y eficaces. Igualmente, con una estructura estatal que se regula con un determinado orden: soberanía, poder, gobernabilidad, legitimidad, sociedad civil y administración pública; todos de la mano con el Estado, convirtiéndose de esta manera en uno de ejemplos de la política a nivel internacional.
Así, vengan países del mundo a conocer a esta Honduras consolidada, en donde existe una estabilidad política y un equilibrio social que permite el desarrollo en todas sus facetas; cuyas instituciones promueven la relación entre los ciudadanos y el poder.
Existe, además, un sistema de valores compartidos por la mayor parte de sus miembros, mediante la afinidad y el consenso social, que permite una convivencia pacífica.
Por estas razones, es necesaria la defensa del país en nombre de la voluntad popular que confía en los poderes del Estado que rigen los destinos de un país que disfruta de un esparcimiento intelectual con óperas, teatros, literatura, música, arte, ciencia y la concienciación de los jóvenes que hacen bellos grafitis y murales, tan valiosos y representativos de la sociedad, cual murales de la Capilla Sixtina, en lugares que servirán como espacios públicos, en los que la socialización política y la creación de la cultura estatal se produzca cada vez más y mejor.
Por eso no entendemos la oposición política, que con acciones organizadas y serias, propone modificaciones en las relaciones de poder desde gestiones pacíficas, toleradas para ser aceptadas con derechos, en aras de una claridad estable de la política del bienestar.
Tengamos fe en este país; que las ratas no lo devoren.
*Fe de errata: donde dice «hayga», léase: haya. Disculpen mi castellano. ¡Qué horror!