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Otro aspecto del estudiante: ¿quién soy yo?

Evocamos al estudiante y se le describe, aclama, cuestiona y trata como estadística. Pregunté a José, mi hijo, cómo describiría a un estudiante y dijo contundente: “Debe ser feliz”.

Como formador, excatedrático universitario y alumno, debo hablar del otro aspecto del estudiante, su entorno social.

El estudiante en la exigencia del yo para trascender y construir un mundo feliz, entiende que a lo largo de años de estudios frente a una sociedad alterada y cambiante se les muestra el incumplimiento de sus objetivos.

Predomina entonces el escepticismo y termina generalizando lo individual frente a lo colectivo, con mayor desvinculación con el entorno acabando en un vacío social.

Viktor Frankl, fundador de la logoterapia, habla de la neurosis de la sociedad, caracterizada por la falta de sentido de la vida que padecen las personas y que él denomina como vacío existencial.

Los estudiantes ante su entorno social comienzan a cuestionarse ¿quién soy yo?, con sentimientos de que sus vidas carecen total y definitivamente de un sentido.

Medimos a los estudiantes con informes sobre rendimiento en materias básicas cuando hay nuevas mediciones complementarias orientadas al bienestar de los estudiantes.

Se estudia la motivación de ellos, las relaciones con sus compañeros de clase y con los profesores, su comportamiento dentro de los hogares y cómo y a qué dedican su tiempo fuera de clase.

Dado el modelo educativo existente, hoy día, más que los padres de familia, son los profesores, su ética y conducta, y las universidades y centros de estudio, con diversas políticas de evaluación y rendimiento, los que juegan un papel clave en la mejora del bienestar de los estudiantes.

Maestros sin ética y la falta de supervisión a estos en los centros de estudio por parte de una autoridad, generan ansiedad y estrés en los estudiantes y debemos tomar en cuenta estos aspectos para no solo enfocarnos en el rendimiento académico, sino también en la felicidad de los alumnos.

Los nuevos estudios sobre los estudiantes indican que, si los alumnos se sienten ayudados, valorados y bien tratados, su rendimiento educativo es claramente superior.

Más dinero y mejores resultados no significan que los alumnos se encuentren mejor o sean más felices.