El diccionario de la Real Academia nos indica que estas dos palabras identifican, por igual, “una actitud de mantenimiento excesivamente firme de una idea, intención u opinión generalmente poco acertada”.
En las últimas horas, uno de los heraldos del continuismo anunció por los medios de comunicación que el partido de gobierno presentaría ante su Convención Nacional una propuesta de reforma a sus estatutos en la cual, “con toda responsabilidad, seguramente, y según ellos”, dejarán fijada su “patriótica posición política” en cuanto a la figura “piruja” de la reelección que también, según dichos violadores de nuestra Carta Magna, solo requiere de una reglamentación o regulación en cuanto a si esta reelección se autoriza “continua” (como no se cansan en remachar que lo hace la gran democracia de los Estados Unidos) o se fija “alterna” para salvaguardar los “sagrados intereses del pueblo hondureño”.
Se empecinan en el partido azul en darle a la figura de la reelección el barniz de legalidad constitucional que la Corte Suprema de Justicia jamás pudo ni podrá imponerle a su remedo de fallo constitucional, por mucha argumentación de inaplicabilidad que se hayan inventado en flagrante delito de traición a la patria.
Se han buscado uno y mil caminos para “enterrar como el gato” el delito consumado, y cada día es más notoria la zozobra colindante con pánico que manifiestan los violadores al escuchar los enormes pasos de animal grande, justiciero que más temprano que tarde les tenderá una trampa de acero de la cual no podrán escapar. No importa cuán grande crean que es ese poder que solo por un ratito más podrán disfrutar.
Los resultados del Diálogo Nacional, con su centenar de acuerdos, pero lamentablemente con sus dos o tres temas no conciliados (reelección, plebiscito y amnistía), es muestra palpable de que el partido de gobierno no está dispuesto a ceder tan fácilmente en estos tres temas neurálgicos.
Debemos recordar que la resolución absurda de inaplicabilidad, que emitió la Corte en el 2015, si se hubiese seguido el debido proceso, debió turnarse al Congreso Nacional para que éste, en dos legislaturas, con 86 votos favorables, lo hubiese incorporado formalmente al texto de la Constitución. Esto nunca ocurrió, por consiguiente, los pétreos y la NO reelección son preceptos que siguen vivitos y coleando, haciendo que todo lo actuado, en un intento por derogar su aplicabilidad, es constitutivo de delito imprescriptible de traición a la patria, con sus severas implicaciones punitivas para todos los actores directos y los “extras” que han participado en esta película de “muertos vivientes”.
Se atreverán los tres tristes tigres del TNE a seguir metiendo clavos en su ataúd político o rechazarán de oficio la solicitud de reforma en la cual se pretenderán introducir en un estatuto de partido una figura inconstitucional como es la reelección.
La moneda está en el aire, recuerden magistrados, que, a la hora de los “cuetes”, los que se queman las manos no son los tagarotes, sino los pobres subalternos que, equivocando el espíritu de cuerpo, no meditan que pueden terminar con sus huesitos en el Pozo. No olviden Pandora, los grandotes están mencionados, pero los chiquitos están apresados; ¡pilas! Que la justicia acecha.