Como si fuera con un niño —viruela, sarampión, poliomielitis— el líder de gobierno o Estado adopta soluciones inmediatas para sofocar la crisis (infectiva, térmica). Centroamérica vive en crisis permanentemente, no porque sea una particular región sublunar e irredenta sino porque acaba de nacer y creciendo cruje, tendones y músculos son jóvenes y tempranos, desparrámanse hormonas, las armoniosas vértebras del tejido de la sociedad procuran cuajar. Faltan otros cuatrocientos años para que las templanzas del cosmos, y la temperancia del universo, la paciencia sabia y las soluciones a la contradicción nos hagan pueblo maduro, si bien lo asertivo no es esperar a que caiga el huevo angélico sino combatir ya por ello, acelerarlo y transformarlo en realidad activa y ruda hoy.
El agitado presente nos convoca a ser violentamente selectivos, aceptémoslo sin renegar, no existe otra avenida de libertad, sería horror cósmico esperar, Darwin ya explicó el modo en que progresan las especies, por selección natural del más fuerte.
¿De qué sirve pobre diablo ––distinto a diablo pobre— esperanzar a que por milagro bíblico ––con Reverendos de obsesionada ficción–– Honduras amanezca súbito dentro de un nuevo e imposible albor de progreso? Nadie vendrá a salvarnos, convenceos. Se construye o se extravía, y en vez de adoptar modelos dependientes procuremos mejor sembrarle al país ––masculino verbo es “sembrar”: instalar, hundir en limo o vagina, cuevar, anidar––, a la nueva patria, con sistemas opuestos al presente, caracterizado como explotador, conservador, expoliativo y extractivista.
La anécdota educa. ¿Imaginan cuanto implicaría para nosotros que Francisco Morazán se hubiera vendido a la oligarquía guatemalteca y aceptara la dictadura en 1838? ¿Con qué calidad de prócer viviríamos? ¿Con cuál memoria de leyenda y amor? ¿Cómo enfrentaríamos a los malditos corruptos de ahora si careciéramos del ejemplo noble de ética e identidad, de principio y valores, de heroísmos y honor, en síntesis: de la ternura patriótica con que abundantemente se identificó Morazán…?
Le depositaron patria quimérica en la mano y le exigieron ¡sálvela!... Desconocía Morazán el volumen oceánico del enemigo pero incluso así emprendió la lucha, se activó desde pensamientos libertarios y democráticos para cobrar fuerza. Bestiales los imperios de España e Inglaterra contra la mínima nación, el prócer hacíase chiquito y obviamente fracasó al final. La realidad lo arrolló, como espumas al esquife en tormenta.
Tal es, insisto, la anécdota. Pues envidiable maravilla son el tesón, resistencia, coraje y valor con que aquel maravilloso hombre, personaje tragediano a lo Sófocles (“Antígona”, “Edipo Rey”) enfrentó al destino sin miedo, debilidad ni rencor, conociendo que el premio es la derrota, sólo que breve y temporal ya que los pueblos obligadamente y por siempre logran arrancarse a la alimaña del odio, la desesperanza y el terror con que los infecta el tirano. No hay un solo caso en la historia en que una comunidad acéricamente unida no derrotara a un dictador. La clave toda y absoluta reside en la sola palabra “unida”.
Francisco Morazán es el modelo identitario y de esperanza para nuestra liberación.