Columnistas

Las tareas de Hércules y la irreductible esperanza

Durante doce años de servicio al rey Euristeo -asumidos como expiación por grave conducta-, Heracles (conocido por los romanos como Hércules) debió realizar doce portentosas hazañas que la mitología y tradición recogieron como “los doce trabajos” o “labores”. En la mayoría de ellas, el más importante de los héroes debía matar o someter (para recuperar) un animal o planta mitológica, usualmente de terribles características.

Matar al león de Nemea, eliminar a la hidra de Lerna, capturar a la cierva de Cerina y luego al jabalí de Erimanto, limpiar los establos de Augías, deshacerse de las aves de Estínfalo, capturar el toro de Creta, robar las yeguas de Diomedes, hurtar la faja de Hipólita o el ganado de Gerión, robar las manzanas del jardín de las Hespérides y capturar al Cerbero para sacarlo del Hades (inframundo). Originalmente diez, Euristeo se negó a reconocer un par -la muerte de la hidra y la limpieza de estiércol- porque el héroe recibió ayuda o apoyo, primero de su sobrino Yolao, y en la otra de los ríos Alfeo y Peneo, que Heracles desvío para lavar la inmundicia.

La hidra era un monstruo despiadado en forma de serpiente de múltiples cabezas, que al ser cortadas se regeneraban en dos por cada una que le era cercenada. Por su parte, los establos eran ocupados por más de mil vacas, todas ellas inmortales y productoras de grandes cantidades de boñiga que no había sido limpiada en al menos treinta años. Por sí solas, estas eran labores harto difíciles de cumplir, por lo que Heracles debió sentirse decepcionado cuando Euristeo le dijo que no las tomaría en cuenta (eso no lo narra la tradición, pero podemos imaginarlo).

En la lucha contra la corrupción e impunidad -que desde hace varios años se libra en el país, con muchos héroes anónimos haciendo no diez ni doce tareas, sino muchas más, con escasos recursos, sacrificados esfuerzos y magros resultados, poco o nada apreciados- resulta tentador evocar el bestiario mitológico que debió enfrentar el magno personaje de portentosa fuerza, pues precisamente esas dos faenas no reconocidas son muy parecidas a las que desafían investigadores, fiscales y jueces anticorrupción. Cual hidra de Lerna, la corrupción tiene cien o diez mil cabezas, complicadas de someter y eliminar, y la inmundicia acumulada en más de treinta años luce titánica e imposible de limpiar.

La última investigación penal integrada de la Misión de Apoyo contra la Impunidad y la Corrupción en Honduras (Maccih-OEA) y la Unidad Fiscal Especial contra la Corrupción y la Impunidad del Ministerio Público (Ufecic-MP), denominada Pandora, no solo recuerda ese esfuerzo conjunto de Heracles y su sobrino para vencer a la hidra, sino que acude a la imagen de aquella tinaja o caja que una curiosa Pandora (la primera mujer creada por Hefesto) abrió, dejando escapar de ella todos los males del mundo. Fieles al mito sabemos que, aunque catastrófico (para muchos), en el fondo de la caja queda el espíritu de la esperanza, una que debe inspirarnos -de una vez por todas- a limpiar el establo, así se encuentre lleno de vacas sagradas o minotauros.