Columnistas

La política dejó de ser lo que era

La política fue concebida como la ciencia para gobernar un Estado o una nación, como un arte de negociación para conciliar intereses. Una ciencia que buscaba el bien común.

En el caso particular de la política, al ser parte de las ciencias sociales, su contenido ha ido quedando rezagado con respecto a otros campos del saber; como la economía por ejemplo, misma que por su dinámica logra explicar, hasta un cierto nivel de comprensión, los fenómenos vinculados con la producción, distribución y consumo en momentos de un intenso desarrollo de las fuerzas productivas con el crecimiento de las tecnologías, especialmente de la comunicación, alto nivel de concentración de la riqueza en determinados países y un elevado consumo, lo que ha generado cambios y contradicciones que la política ya no puede captar ni resolver.

En política todo se vende y se compra, ha quedado al servicio del mercado.

Aunque el Estado siempre ha tenido una naturaleza clasista, el papel del mismo en la promoción del desarrollo y evitar, en lo posible, altos niveles de conflictividad social que pusieran en juego la estabilidad del sistema fueron tomados muy en cuenta en la promoción de políticas sociales redistributivas, aún en algunos países de la periferia o subdesarrollados.

No es necesario entrar en disquisiciones teóricas para entender cómo se han venido dando algunos cambios políticos en el país.

En el pasado, los gobiernos manejaban los asuntos del Estado con el acompañamiento del partido que ganaba las elecciones, sus principales funcionarios eran escogidos en la militancia partidaria, ahora eso ha cambiado, los gobiernos escogen a sus principales colaboradores entre los amigos de más confianza, aunque no tenga ninguna ascendencia política y no hayan acumulado experiencia en el manejo de los asuntos del Estado.

La competencia política en los procesos electorales, sus principales figuras eran portadoras de una tradición política bastante arraigada y su lealtad con la organización partidaria que les promovía era muy sólida; Ahora vale mucho la incontinencia verbal del candidato, el más calificado no es el que hace las mejores propuestas de desarrollo sino el que es capaz de referirse al contrario con palabras soeces y presentarse como el más extravagante.

Algunos que aspiran al poder de la nación se presentan rechazando la política, como para mostrarse diferentes a esos que en pasado generaba esperanzas en el electorado. La lealtad partidaria ha cambiado por la libertad de hacer arreglos con el adversario para repartirse lo que va quedando de un Estado empobrecido.

En el caso de Honduras, sin que la política, raros efímeros momentos, fuera un fuerte factor de desarrollo socioeconómico a lo largo de su historia, hoy retrocede y los políticos, ni dan lastima ni dan risa, fastidian.