bordo hoy un tema de salud pública por la posible intoxicación de los que usan el aluminio laminado cubriendo los alimentos con el lado opaco al cocinarlos.
Dos cualidades químicas hacen del aluminio un metal resistente al calor, su punto de ebullición, que es de 2,450, y el de fusión, de 660 °C, de modo que el calor de lo que se cocina no lo afecta en lo más mínimo si no hay contacto del metal con la comida.
El aluminio puro, símbolo Al, es blando, con poca resistencia mecánica, puede ser endurecido por aleación con otros metales; aleaciones que resultan ligeras, fuertes y de fácil formación en muchos procesos de ensamblaje, fundición o maquinación, en gran variedad de acabados y tiene alta conductividad eléctrica y térmica, cualidades por la que es el metal no ferroso de mayor uso; el más abundante en la tierra y en la luna, nunca en estado libre, se encuentra en plantas y en casi todas las rocas, especialmente las ígneas, como silicatos.
Cuando estos minerales se disuelven es posible su precipitación como arcillas minerales, hidróxidos o ambos de donde se forman las bauxitas, compuestos inocentes que son la materia prima para producir aluminio.
Es el metal más usado en la construcción de casas, pues se emplea en puertas, cerraduras, ventanas, pantallas, boquillas y canales de desagüe; igual que en la construcción industrial, especialmente en la industria del transporte, como en la fabricación de aviones comerciales y militares, casi todos hechos de aluminio; en los automóviles como molduras, parrillas, rines de llantas, acondicionadores de aire, transmisiones automáticas, algunos radiadores, bloques de motor y paneles de carrocerías. En la nave aeroespacial casi el 80% del peso es aluminio.
Un excelente corresponsal y amigo me hizo llegar la información que motiva el tema de esta columna, por considerarlo un bien común, haciendo caso omiso de los que dirán que solo los ricos se permiten el lujo de usar el “papel de aluminio”, pues los derechos son de la persona humana, independiente de su estatus económico, político y social.
El “papel de aluminio” tiene dos superficies, una opaca y la otra brillante por un tratamiento especial tan costoso que la industria solo se ocupa de ese lado, para que el calor de la cocción de los alimentos no permita su contaminación con aluminio, pues este metal puede dañar la salud de la persona que lo ingiere, lo respira o si la piel tiene contacto con él.
En cambio el lado opaco permite la contaminación de los alimentos con aluminio, que es tóxico y daña la salud. Por lo tanto, repetimos, cuando se cubre lo que se cocina con el aluminio laminado, es la superficie brillante la que debe estar del lado de los alimentos, nunca la opaca.
El aluminio puede dañar al sistema nervioso central de la persona humana produciendo demencia, pérdida de la memoria, apatía y temblores severos. Es posible que la pérdida de la memoria actúe como un predisponente al Alzheimer.
El aluminio también puede dañar el ambiente, cuando es causa de acidificación y de acumulación en las aguas de los lagos o subterráneas y en las plantas, con disminución de los peces y anfibios por la reacción de los iones del metal con las proteínas de las agallas de los peces y de las ranas, pero también de las aves que consumen estos peces, cuyos huevos tienen una cáscara más delgada y los recién nacidos tienen un peso menor del habitual. Igual daño pueden causar las tierras ácidas a las plantas por la misma causa.
Ojalá que actúen las autoridades en salud pública, incluidas las gremiales y las docentes, por la educación, sin multas ni cierres