n los medios salió la noticia de que tras oportuna denuncia de los vecinos, la Fuerza de Seguridad Interinstitucional Nacional (Fusina) encontró armas en el techo y en el contador de una vivienda abandonada en una colonia en San Pedro Sula.
La intención de este comentario sobre dicho incidente es un análisis de buena fe, que trata de ser inteligente para que los militares mejoren su desempeño en funciones de seguridad pública, que los ha obligado a asumir la decisión empecinada del jefe del Poder Ejecutivo y otros politicastros, a sabiendas que los militares profesionales seguramente lo tomarán en cuenta.
La lista levantada por las autoridades incluyó un fusil AK-47, un R-15, dos escopetas calibre 12 milímetros con dos cañones y un cargador de disco para 100 proyectiles calibre 5.56 milímetros; un cargador de disco para 100 balas calibre 22 mm, dos cargadores para fusiles AK-47 y R-45, cartuchos de escopeta, munición para otras armas, un cinturón militar y dos fundas para armas cortas. No detalla cuánta munición para otras armas, ni su calibre, ni el calibre de las armas cortas cuyas fundas se señalan.
La denuncia fue recibida y atendida por la Fusina, con lo cual los vecinos quedaron satisfechos y tranquilos, pero me causó sorpresa y preocupación porque no se capturó a ninguno de los responsables de un delito grave, ni se incautaron más armas, pero se hizo un reportaje multimedia que le ganó merecidamente buena imagen a la institución.
Con un operativo mejor planificado se hubiera constatado la existencia del armamento en forma confidencial, estableciendo una vigilancia inteligente por agentes encubiertos, propiciando otros trasiegos debidamente registrados con cámaras de vigilancia para la identificación de los delincuentes y, sobre todo, su procedencia y vinculación criminalística con otros delitos.
Los de la Fusina pueden verificar la información en la página 91 de LT del miércoles 9 de diciembre del 2015, en la Sección San Pedro Sula y en sus propios archivos.
El interés es que todos hagamos mejor las cosas, porque la Seguridad Pública además de un derecho es un deber de toda la ciudadanía.
De modo que una mejor investigación y acumulación de pruebas lleve a los cuerpos de seguridad pública a una mejor práctica y desempeño, mejorando también su relación de servicio al público y que la sanción de los delincuentes sea más eficiente.
Lo que propongo llevaría al cuerpo mencionado a un mejor manejo de su desempeño en el futuro, el cual depende de una mejor planificación estratégica y desempeño táctico en cada situación. Es una obligación hacerlo después de cada operación, cuando se busca servir mejor se logra solamente si nos evaluamos.
De modo que cada miembro de ese cuerpo esté consciente de lo que hizo y, sobre todo, porqué lo hizo, conozca la razón y tenga conciencia de que pueden mejorar su servicio.
Fue la conclusión a la que llegó al general Dwight D. Eisenhower, al final de la Operación Antorcha en el norte de África, de que no todos los reclutas sabían la razón por la que tenía lugar la Segunda Guerra Mundial ni porqué su país les había hecho entrenar y empuñar las armas.
Entiendo que los que integran la Fusina son más militares que policías, por eso realizaron el operativo en la forma descrita.
De modo que una evaluación pertinente puede llevarlos a las mismas conclusiones que enumeré antes, o a conclusiones diferentes, pero tan congruentes como sea posible con la verdad y con el rol que los obliga a desempeñar la falta de una política pública de seguridad, o una pésima decisión en contra de la sensata recomendación: “Zapatero, a tus zapatos”