Mientras en el mundo se habla de una crisis económica por la cual atraviesa la sociedad y que tiende a agravarse, en Honduras, para la mayoría de la población, este concepto requiere un tratamiento diferente, pues en este país, al igual que otras naciones pobres y subdesarrolladas, la mayoría de la población ha vivido en una crisis permanente. La pobreza crónica es expresión de una crisis que hace que quienes la sufren, la sufran para siempre.
La crisis la perciben mejor aquellos sectores de la clase media y los que tienen un empleo seguro cuya condición les ha permitido disponer de una fuente de ingresos y en general de acceso a bienes de consumo espirituales y materiales, que les ha dado un cierto confort en la vida y que de pronto se ven amenazados por una situación que altera su normal desenvolvimiento.
Para los que, en la pirámide social, disponen de la mayor parte de la riqueza en un país, la crisis se convierte, con frecuencia, en una amenaza de fatales consecuencias. Con la crisis de 1929, también conocida como la Gran Depresión, las pérdidas de las empresas, cuyas acciones habían alcanzado valores altos en los años previos, al decaer su valor los empresarios empezaron a sufrir una situación de angustia en la cual algunos de ellos optaron hasta por el suicidio. Una crisis económica es una caída brusca de las ganancias e ingresos, una situación que trastoca el funcionamiento de la estructura de la sociedad.
Los organismos internacionales de crédito en este momento hablan de manera resuelta sobre datos que hacen pensar que ya estamos en una crisis económica. El Banco Mundial, en su último informe “Perspectivas económicas mundiales”, señala que como resultado de los daños provocados por la pandemia del covid y la guerra en Ucrania se ha exacerbado la crisis de la economía mundial, que está entrando en lo que podría convertirse en un periodo más prolongado de escaso crecimiento y elevada inflación, lo que aumenta el riesgo de estanflación, con consecuencias potencialmente perjudiciales.
Según el organismo internacional, el crecimiento mundial descendió del 5.7% en 2021 al 2.9% en el presente año. Este dato es avalado por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Según este organismo, el valor apuntado es el más alto de los últimos 38 años.
Si a la crisis económica se le agrega el hecho de que en la actualidad se experimenta una crisis ambiental, sanitaria, migratoria y otras, no es difícil predecir que se trata de una crisis sistémica, donde se están cerrando los espacios que dan seguridad al ser humano en su propia supervivencia.Hasta hace algún tiempo, el capitalismo tenía la capacidad de reinventarse.
Con la depresión de los años 30, en los Estados Unidos surgió un liderazgo representado por Franklin D. Roosevelt, que fue capaz de construir un capitalismo de Estado benefactor, convirtiendo la crisis en oportunidad. Hoy, esa situación no se presenta.
El capitalismo se agrieta, sus líderes dan soluciones, mas en función de intereses de grupo y de personas, olvidándose de la defensa del orden capitalista mundial, no hay solución de continuidad. Vivimos una época de incertidumbre global.