Con la integración del gabinete de gobierno un presidente electo define su compromiso con el pueblo en el ejercicio de sus responsabilidades escogiendo a las personas con mayor solvencia profesional y moral. Si el interés de un gobernante es darle cumplimiento a las promesas, se rodeará de aquellos hombres y mujeres que, a lo largo de su vida, hayan dado muestras fehacientes de entrega al trabajo de calidad y transparente.
Cuando las personas cercanas al gobernante son elegidas de acuerdo con relaciones e intereses personales o de grupo, no se puede esperar mucho. Hay gobiernos que lo que buscan es lealtad rastrera a la figura presidencial y no a las obligaciones con el pueblo. La historia de Honduras está llena de ejemplos de malos ministros capaces de transar, desde sus funciones, negocios particulares que, de la noche a la mañana, los han convertido en millonarios.
El actual gobernante, Juan Orlando Hernández, pasará a la historia como la persona que se acompañó en su gabinete de profesionales con una formación diferente al perfil ocupacional que se les asignó, además, en algunos casos, por rodearse de personas sin las calificaciones necesarias para desempeñarse como ministros o secretario de Estado. Por regla general, los malos gobernantes se acompañan de malos colaboradores.
El 27 de enero asumirá el cargo como presidenta de la nación Xiomara Castro de Zelaya. Desde que se conoció su triunfo electoral empezó a circular en las redes sociales listas completas acerca de lo que sería su gabinete de gobierno. Esas listas todavía siguen difundiéndose y cada vez que aparecen se incluye un nuevo personaje. Algunos se han dado a la tarea de elaborar hasta planes de trabajo para las dependencias a las cuales aspiran. Las personas más cercanas a la futura presidenta han declarado que el nombramiento del equipo ministerial se hará en el transcurso del próximo mes de enero, por lo cual se puede deducir que esas listas no son más que un afán de visibilizar las ambiciones personales. La gestión pública en un país como Honduras, donde hay excesivos privilegios y permisibilidad para los burócratas estatales, genera oportunismo.
Con satisfacción hemos escuchado que la selección del equipo más cercano de la presidenta Xiomara de Zelaya está siendo objeto de análisis. La situación del país demanda de funcionarios con mucha capacidad, experiencia y con la fortaleza de generar confianza en el pueblo hondureño. En un tema tan delicado, si es que se busca gobernar para superar los rezagos históricos del país y el abandono en el que está quedando, lo menos que se puede hacer es buscar a las personas más adecuadas para la administración pública.
Muchos hondureños que fueron a ejercer el voto con el ánimo de que las cosas cambien en el país han dicho que la forma en como Xiomara de Zelaya llega al poder es con un fuerte respaldo popular y con la participación de otras fuerzas políticas, además de la organización por la cual ella fue propuesta; su gobierno tendrá que ser, necesariamente, un gobierno de integración nacional, lo cual debe verse reflejado en el gabinete ministerial.
Cuando las personas cercanas al gobernante son elegidas de acuerdo con relaciones e intereses personales o de grupo, no se puede esperar mucho. Hay gobiernos que lo que buscan es lealtad rastrera a la figura presidencial y no a las obligaciones con el pueblo. La historia de Honduras está llena de ejemplos de malos ministros capaces de transar, desde sus funciones, negocios particulares que, de la noche a la mañana, los han convertido en millonarios.
El actual gobernante, Juan Orlando Hernández, pasará a la historia como la persona que se acompañó en su gabinete de profesionales con una formación diferente al perfil ocupacional que se les asignó, además, en algunos casos, por rodearse de personas sin las calificaciones necesarias para desempeñarse como ministros o secretario de Estado. Por regla general, los malos gobernantes se acompañan de malos colaboradores.
El 27 de enero asumirá el cargo como presidenta de la nación Xiomara Castro de Zelaya. Desde que se conoció su triunfo electoral empezó a circular en las redes sociales listas completas acerca de lo que sería su gabinete de gobierno. Esas listas todavía siguen difundiéndose y cada vez que aparecen se incluye un nuevo personaje. Algunos se han dado a la tarea de elaborar hasta planes de trabajo para las dependencias a las cuales aspiran. Las personas más cercanas a la futura presidenta han declarado que el nombramiento del equipo ministerial se hará en el transcurso del próximo mes de enero, por lo cual se puede deducir que esas listas no son más que un afán de visibilizar las ambiciones personales. La gestión pública en un país como Honduras, donde hay excesivos privilegios y permisibilidad para los burócratas estatales, genera oportunismo.
Con satisfacción hemos escuchado que la selección del equipo más cercano de la presidenta Xiomara de Zelaya está siendo objeto de análisis. La situación del país demanda de funcionarios con mucha capacidad, experiencia y con la fortaleza de generar confianza en el pueblo hondureño. En un tema tan delicado, si es que se busca gobernar para superar los rezagos históricos del país y el abandono en el que está quedando, lo menos que se puede hacer es buscar a las personas más adecuadas para la administración pública.
Muchos hondureños que fueron a ejercer el voto con el ánimo de que las cosas cambien en el país han dicho que la forma en como Xiomara de Zelaya llega al poder es con un fuerte respaldo popular y con la participación de otras fuerzas políticas, además de la organización por la cual ella fue propuesta; su gobierno tendrá que ser, necesariamente, un gobierno de integración nacional, lo cual debe verse reflejado en el gabinete ministerial.