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'Fratelli tutti”: una carta para los políticos (I)

La última carta encíclica del papa Francisco es un documento con muchas consideraciones interesantes que todo político debería conocer. Tomando en cuenta nuestra realidad política, me parecieron especialmente oportunos los capítulos V y VI. Reproduzco solo unas cuantas citas para animar el estudio de tan interesante documento.

El carisma de un líder popular “deriva en insano populismo cuando se convierte en la habilidad de alguien para cautivar en orden a instrumentalizar políticamente la cultura del pueblo, con cualquier signo ideológico, al servicio de su proyecto personal y de su perpetuación en el poder”. O bien, cuando “busca sumar popularidad exacerbando las inclinaciones más bajas y egoístas de algunos sectores de la población” (n. 159). El capítulo V, titulado “La mejor política”, contiene una dura crítica al populismo y al liberalismo actuales.“El desprecio de los débiles puede esconderse en formas populistas, que los utilizan demagógicamente para sus fines, o en formas liberales al servicio de los intereses económicos de los poderosos” (n. 155).

La política “es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común”. “Otra expresión de la degradación de un liderazgo popular es el inmediatismo. Se responde a exigencias populares en orden a garantizarse votos o aprobación, pero sin avanzar en una tarea ardua y constante que genere a las personas los recursos para su propio desarrollo, para que puedan sostener su vida con su esfuerzo y su creatividad” (n. 161).

Conseguir el favor y los votos repartiendo regalos, bonos y subvenciones no es solución: “Ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre una solución provisoria para resolver urgencias. El gran objetivo debería ser siempre permitirles una vida digna a través del trabajo” (n. 162).

El papa Francisco conoce la mala fama que en muchos países tiene la política, e insiste en una llamada a rehabilitarla, pues “es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común” (n. 180). “La política es más noble que la apariencia, que el marketing, que distintas formas de maquillaje mediático” (n. 197). “El político es un hacedor, un constructor con grandes objetivos, con mirada amplia, realista y pragmática, aún más allá de su propio país” (n. 188).

La política debe ser operante: “Es caridad acompañar a una persona que sufre, y también es caridad todo lo que se realiza, aun sin tener contacto directo con esa persona, para modificar las condiciones sociales que provocan su sufrimiento. (…) Si alguien ayuda a otro con comida, el político le crea una fuente de trabajo, y ejercita un modo altísimo de la caridad que ennoblece su acción política” (n. 186).

La política es un trabajo generoso, sacrificado y paciente, que busca metas altas más que resultados inmediatos. “Los grandes objetivos soñados en las estrategias se logran parcialmente” (n. 195). El gobernante muestra una “gran nobleza” cuando es “capaz de desatar procesos cuyos frutos serán recogidos por otros, con la esperanza puesta en las fuerzas secretas del bien que se siembra” (n. 196).