Alfred Bernhard Nobel (1833-1896), nacido en Suecia, ingeniero, científico e inventor, con más de 300 patentes a lo largo de su existencia. Se volvió famoso por haber inventado la dinamita (1867) que, debido a su especial elaboración usando la extremadamente inflamable nitroglicerina, haciéndola mas segura y manejable en la industria de la construcción y la minería, pero también como destructiva arma de guerra. Debido a que un periódico parisino anunció erróneamente su muerte -habiendo sido la de su hermano- como la de un “mercader de la muerte”, Alfred Nobel se sintió conmocionado e impactado, según los historiadores por lo que, al final de su vida decidió donar gran parte de su fortuna personal a una fundación que llevaría su nombre y se encargaría de galardonar a aquellas personalidades, científicos e investigadores que destacaran por descubrimientos cualitativos y esenciales para mejorar la calidad de vida de los seres humanos en la química, la física, la medicina, la literatura y la paz; a mediados del siglo pasado (1968) se introdujo el premio de economía.
Desde que la fundación comenzó a otorgar este galardón (1901) aproximadamente 1,012 personas, hasta el 2024, han sido laureadas por sus aportes sustanciales al avance de la físico-química, la medicina, literatura y economía sin mayores controversias derivadas del otorgamiento de estos. No ha sucedido lo mismo con el Premio Nobel de la Paz, que, aunque ha sido recibido merecidamente por decenas de honorables personajes; en la últimas décadas el premio le ha sido otorgado a guerreristas y promotores de golpes de Estado, así como a otros que sin tener méritos más de los de ser presidente de un país o director de alguna organización internacional influyente han recibido el distinguido galardón; uno de estos personajes reconoció en una entrevista no saber exactamente por qué fue seleccionado para el mencionado galardón. Según las bases de selección del Premio Nobel de la Paz, este se otorga a personas u organizaciones que hayan hecho contribuciones significativas a la promoción de la paz, como la resolución de conflictos, promoción de desarmes, prevención de enfrentamientos y guerras y respeto a los derechos humanos a través del diálogo y la cooperación en lugar de la violencia, amenazas, promoción de invasiones o insurrecciones tendientes a derribar regímenes o a enfrentar países. En los últimos tiempos, el premio se ha ido autodesluciendo ya que se le utiliza como herramienta política para promover y estimular individualidades con marcados sesgos políticos e ideológicos y no a verdaderos heraldos del diálogo, comprensión y entendimiento. Esto es lo que ha ocasionado la pérdida de credibilidad del Premio Nobel de la Paz, generando suspicacia y controversia; debilitando su esencia y el espíritu inspirador de su creador, permitiendo que sea la presión de los intereses geopolíticos los que seleccionen el destinatario de tan sublime galardón.