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El poder corrompe

Es generalmente aceptado que el Poder transforma a muchas personas y en política, esto ha sido comprobado una y mil veces. En términos generales, el “poder” se puede definir como la capacidad que tienen una o varias personas de ejercer control sobre los demás para lograr sus propios objetivos personales.

También se puede definir como la capacidad que tienen unas personas para hacer las cosas que más les convienen a sus intereses, sin que exista nada ni nadie que se los impida.La realidad es que no es que el poder cambia a las personas, sino que más bien da lugar a que surjan sus verdaderos sentimientos ante el control y la ausencia de pesos y contrapesos que limiten sus abusos de poder.

Al estar imbuidas de poder, las personas se sienten liberadas de cualquier dependencia ante otras personas o leyes. Ya en Honduras hemos tenido este tipo de experiencias.

Sin embargo, también hay que reconocer que existen personas que, regidas por sus propias convicciones o principios, son capaces de resistir las tentaciones de abusar del poder que ostentan. Muchos dicen que esto es como buscar una aguja en un pajar, pero en la vida real podemos encontrar muchas personas que, teniendo el poder, han actuado honesta y transparentemente y buscado el bien común.

No obstante, debemos aceptar que las tentaciones del poder son difíciles de resistir. El poder envilece y envanece dando lugar al surgimiento de un falso espíritu de superioridad, que facilita que se menosprecie a las personas que están fuera del séquito del poderoso y se derrochen los recursos ajenos como si fueran propios.

Esto generalmente sucede con los gobernantes, que se olvidan de su compromiso de servicio hacia los ciudadanos de su país y de sus promesas de gobernar para mejorar sus condiciones de vida, abriendo oportunidades de empleo productivo y facilitando la generación de ingresos para satisfacer sus necesidades básicas, como mínimo.

La experiencia ha demostrado que, para lograr sus fines, los gobernantes, utilizando las leyes que en su momento criticaron o aprobando nuevas, así como estableciendo mecanismos que vayan en línea con sus objetivos, mantienen al pueblo subyugado mediante engaños, demagogia y limosnas y mientras tanto se dan la gran vida derrochando los recursos públicos, aportados por los ciudadanos que pagan sus impuestos.

Como lo estamos viendo en estos momentos en nuestro país, la captura del sistema judicial es otra estrategia comúnmente utilizada, porque de esta forma sus abusos de poder se mantienen sin castigo y pueden gozar impunemente de sus fechorías.

En Honduras, el miércoles 25 de este mes, el Congreso Nacional inicia el proceso de elección de los nuevos magistrados que integrarán la Corte Suprema de Justicia y los diputados han estado cabildeando para seleccionar los profesionales que sean afines a sus intereses políticos y que les garanticen impunidad en sus actuaciones irregulares.

Esta ha sido la costumbre inveterada y pareciera que todo seguirá igual, a pesar del cambio de actores políticos. El famoso ocho a siete ha sido la fórmula perfecta para los que gobiernan, aunque en esta ocasión no se podrá utilizar, dada la actual integración partidista del Congreso Nacional, aunque en política, todo puede suceder. ¿Y el pobre pueblo? Sigue dormido...