Columnistas

El periodismo de hoy

En 1968 Andy Warhol sentenció: “En el futuro todos serán famosos por 15 minutos”. El pintor estadounidense no podía adivinar al internet ni las redes sociales, pero sí ese afán tan humano de lucirse, de destacarse. Décadas después pasaron frente a mi escritorio guapas muchachas y catrines muchachos buscando una plaza para salir en televisión.

Quizás fuimos las últimas generaciones de periodistas tallados con los vestigios de la vieja escuela, en que importaba estar informado y saber escribir..., bueno, al menos intentarlo, y para eso era clave leer. De modo que ausculté en mis solicitantes algo de cultura general, las noticias del día o si sabían redactar algo y parecía que les hablaba en chino.

Dicho esto recordé ensayos de Tom Wolfe, el escritor estadounidense precursor del “Nuevo periodismo” en los 70, que proponía usar el recurso literario del cuento y la novela en el reportaje, la crónica, la entrevista o la columna; quitarle rigidez y lo impersonal a la prensa de entonces con una metáfora, un símil, oxímoron, elipsis o una curiosa onomatopeya.

Y es que los periodistas que iniciaron el siglo XX cargaban el peso literario de un genial Allan Poe o del magistral Pérez Galdós; el periodismo era un hermano menor en el que se aprendía, se pulía el designio para el gran salto a la novela, como escribió Wolfe: “El triunfo final se solía llamar La Novela”; él mismo lo hizo a los 57 años con su célebre libro “La hoguera de las vanidades”.Mientras ese “algún día” llegaba, los periodistas se afanaban en abarrotadas salas de redacción para gente que ni los conocía; y leían a todas horas en cafés, bares, parques. La fiebre de escribir contagiaba a empleados de casas editoras, de la televisión, relaciones públicas, del cine, publicistas y escuelas de letras.

También heredaron la vida fragorosa y los libros irrepetibles de “la generación perdida”: Hemingway, Steinbeck y Fitzgerald, testigos de la I Guerra Mundial; o los de la Guerra Civil Española: Orwell, Dos Passos, o los muertos por la barbarie, Machado, Lorca, Miguel Hernández.

“El boom latinoamericano” nos trajo el “Nuevo periodismo” en las páginas de García Márquez, Cortázar, Vargas Llosa o Carlos Fuentes, una transformación que ya habían iniciado Rulfo, Borges y Onetti; si a esto agregamos a Truman Capote, daban ganas de irrumpir con las teclas.

Pero los tiempos cambiaron, ya nadie quiere escribir un maldito libro, tampoco leerlo; los nuevos periodistas y comunicadores -obvio, con excepciones- buscan otra fama: son guaperas, narcisistas y “showman”, y la noticia sólo es otro ingrediente de esta sociedad del espectáculo en la que casi todo vale.

¿Es culpa de periodistas y comunicadores? A saber. La prensa es espejo de la sociedad que representa. Si gran parte del periodismo es banal, tendencioso, sensacionalista o embustero es porque hay público para eso. Con tanta cosa a lo mejor alguien prefiera 15 minutos de anonimato.