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El mundo está cambiando y cambiará más

Con la prosperidad sucede lo mismo con las personas que con los países: te lleva o te deja plantado. Desde luego, se trata de que si llegan las oportunidades se aprovechen, y ahora que el poder político y económico mundial gira frenético, hay que juntarse con los que más nos convienen; el que se mueve no sale en la foto.

Kissinger, por décadas manejó la política exterior de Estados Unidos; acaba de cumplir un siglo de vida -dicen que a veces el mal dura cien años- y recordó que también es historiador; escribió un libro sobre China y otro sobre el orden mundial para resaltar que su país pierde hegemonía frente a ese bloque que incluye a Rusia, India y otras naciones.

La región imaginaria del mapa que llaman Occidente, liderada por estadounidenses y europeos desde la II Guerra Mundial, se ha enriquecido hasta la locura adueñándose de las materias primas, monopolizando la industria, imponiéndonos su política, vendiéndonos humo.

Abajo, acá abajo, los pueblos de Latino América, de la inconmensurable África, la recóndita Asia, con el hambre disponible, multiplica la violencia, la desigualdad y la pobreza, y los gobiernos solo administran crisis, descontento, inestabilidad y desesperanza.

Esas naciones desarrolladas nos ganan en la solidez de su estructura social; aquí nos matamos entre nosotros, nos odiamos y destruimos; y puestos a incordiar, también apedreamos la casa del vecino, ningún país se quiere con otro.

Los presidentes sudamericanos se reunieron en Brasil buscando coincidencias; ojalá no quede en lo de siempre: en nada. Si nuestros pueblos hablaran ahora en náhuatl, maya, quechua, guaraní o aymara podría ser comprensible que no se entendieran, pero en español, por favor. Lograron su unión los europeos hablando distinto, comiendo a diferentes horas y saliendo de dos espantosas guerras.

¡Hey! Pero tenemos algo para negociar y presumir, como hicieron los árabes en la primera mitad del siglo XX con el petróleo, que los hizo demencialmente ricos: las grandes reservas de litio latinoamericano y el cobalto africano, para que cada vez que ellos manejen un carro nosotros ganemos.

Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica integran los países BRICS (acrónimo, por supuesto) y será la nueva economía que dominará el mundo pronto; ya tienen un banco de desarrollo. Buscan socios. Mientras, aquí discuten la marca de tenis de la presidenta Castro y los opositores en el Congreso torpedean todo para negociar dinero o impunidad, o las dos cosas.

Lo primero es sacar la escoria que se acoraza en los partidos políticos, que sólo protegen sus dinerales obtenidos por narcóticos y corrupción; y con las personas decentes de cada organización -que las hay- sentarse a decidir el bien de todos.

Se dice fácil; aunque no es imposible. Otros países también lo hicieron. Que no nos quedemos sólo con la vieja canción de Los Iracundos: “El mundo está cambiando y cambiará más”.