La educación favorece a que los niños, jóvenes y adultos puedan ser partícipes activos en las decisiones que les afectan, ya que al empoderarse cognitivamente les permitirá fortalecer sus ideas, capacidades y talentos, permitiendo así un mejor desarrollo individual y social, pero ¿qué les espera a aquellos grupos que se encuentran separados de la educación?
Si los niños no adquieren habilidades educativas sólidas, es poco probable que adquieran las aptitudes técnicas necesarias para desarrollarse y prosperar en el ámbito laboral que cada vez es más exigente en una sociedad cada día más compleja.
Tomando la migración como otro constructor de fronteras educativas, un reporte de las Naciones describe que 65 millones de personas son desplazadas a la fuerza, siendo estos más del 50% menores de edad donde se les ha negado la educación y la protección internacional por el establecimiento de fronteras como el idioma, raza y nacionalidad. Solo en el 2020 hubo 281 millones de migrantes internacionales y cada año alrededor de 20 millones de personas son desplazadas por desastres naturales y el incremento drástico del cambio climático, donde los países más industrializados dañan la atmósfera con sus emisiones de efecto invernadero condenando la calidad de vida de los habitantes de las regiones más pobres.
Por lo que se debe efectuar un trabajo colaborativo donde se les reconozca este derecho fundamental de la educación a todos los niños sin importar su raza, nacionalidad o condición económica, al implementar una integración e inclusión social que brinde el acceso educativo de calidad de manera equitativa en pro de la no discriminación y desigualdad donde los maestros traten a los refugiados como a los residentes, iniciando por la enseñanza del idioma, resaltando que la “educación es clave para la integración, inclusión y una salida para la pobreza de nuestros países ”.
Para concluir, es fundamental que los gobiernos locales, organismos internacionales, instituciones privadas, maestros, universidades y estudiantes universitarios unamos fuerzas y nos comprometamos con las comunidades más vulnerables a sus derechos fundamentales y podamos implementar nuevas herramientas metodológicas que permita crear y fortalecer las redes de educación que se encuentran debilitadas y que podamos fomentar en nuestra sociedad esa pasión por aprender y diluir estas fronteras educativas para favorecer a contribuir futuro próspero en nuestros pobladores, porque como decía Malala Yousafzai: “un libro, un lápiz, un niño y un profesor pueden cambiar al mundo”.