La Iglesia Católica de Honduras tomó en este 2021 una decisión histórica en cuanto a la celebración del 274 aniversario del hallazgo de la imagen de la Virgen de Suyapa: celebrarlo en familia y desde casa. Aprovechando, por supuesto, todos los recursos que hoy ofrece la tecnología. Se ha hecho a imitación de las celebraciones de la Virgen de Guadalupe en México y de la Basílica de Esquipulas en Guatemala, como lo expresó la Conferencia Episcopal de Honduras en un comunicado.
La decisión es noble y responsable, pero sobre todo ejemplar. En las últimas semanas Honduras, al igual que muchos otros países, ha presenciado lo que muy posiblemente sea el momento más duro de la pandemia del coronavirus. Las cifra de enfermos y, lo peor de todo, de muertos ha ascendido de manera frenética. La Iglesia de Honduras, que sabe lo importante que es la celebración del 3 de febrero para todo el pueblo católico, ha preferido salvaguardarlo de cualquier peligro. De abrir las puertas de la Basílica, estoy seguro de que muchas personas no habrían podido resistirse a visitar a la patrona de Honduras en su fiesta.
Hacer la celebración de esta manera es un contraste dramático con las actitudes de otros entes sociales. Particularmente en los últimos días ha sido motivo de escándalo que a algunos líderes políticos poco les ha importado arriesgarse y arriesgar a sus seguidores con tal de llevar adelante su campaña. Lo mismo sucede con algunos establecimientos comerciales que no cumplen a cabalidad con lo recomendado por las autoridades sanitarias. Y, por supuesto, está el caso de muchas personas que por mero divertimento se ponen en riesgo y ponen en riesgo a sus familiares, algunas veces con consecuencias desastrosas.
Además de que es una salvaguarda para la feligresía católica, creo que es un discurso contundente. Ver que una de las fiestas más importantes para la Iglesia hondureña se realiza bajo esta modalidad doméstico-virtual puede ser una huella imborrable para muchas personas. El mensaje que está transmitiendo la Iglesia Católica es: protéjanse y protejan a sus seres queridos. Predicando con el ejemplo, como manda el Evangelio.
Por supuesto, la Iglesia tiene una consciencia de lo trascendente que otras entidades no. ¿Qué es un año en la eternidad? Puede ser una pregunta extraña, pero a la vez válida para estos tiempos.
La ausencia de un sentido de trascendencia lleva a las personas a desesperarse y a olvidar qué es lo importante en la vida. No hay sosiego. Esa es la razón por la cual muchas personas han preferido no tomar medidas para proteger su salud. Esto los ha conducido a una vorágine de decisiones (cuando las hay) netamente existencialistas, donde solamente importa el aquí y el ahora, donde poco vale lo que se hace si no hay un disfrute del momento. Y esto es consecuencia de la infravaloración de los valores espirituales.
Esta celebración será muy difícil de olvidar. Se recordará como la que se celebró desde casa y en familia, y además, siempre se la tendrá presente como una sabia decisión. Pero no tengo ninguna duda de que estará a la altura de las fiestas pasadas y de las que vendrán en el futuro. Esperamos, evidentemente, decisiones de este tipo de parte de todas aquellas organizaciones (del tipo que sean) y personas que dicen que la población les importa.