No se encuentra una definición de cachureco para todos los hablantes de la lengua de Cervantes, es un aporte de los políticos hondureños a la lingüística, así también, la palabra ñángara, de uso muy limitado para algunos países. En ambos casos, la Academia se ha visto obligada a incorporarlos en su diccionario. Cachureco es una palabra que se refiere a las personas que se aferran a valores políticos, sociales y morales tradicionales, ñángara, por su parte, es referido a las ideas socialistas o de izquierda. Es una forma de etiquetar y expresar la pobre lucha ideológica de los políticos hondureños.
“¡Ñángaras!” gritan los diputados nacionalistas para referirse a los parlamentarios del partido Libertad y Refundación (Libre).
“¡Cachurecos, narcotraficantes!”, gritan en el otro extremo del hemiciclo del Congreso Nacional de la República los de Libre. Un escenario que debería ser símbolo de la democracia, es utilizado para dar rienda suelta a sentimientos, pasiones y exaltaciones de todo tipo. Se nota un desgaste de la política y de los políticos. Vivimos los tiempos en que la palabra se aleja más de la promesa y la realidad se vuelve más lejana del discurso.
El etiquetamiento ideológico es una simplificación maniquea de la realidad, suprime el debate serio y creador, ya no se escucha la palabra mesurada y reflexiva. Se discute, pero no hay razonamiento, ahora la lucha es entre gritos y se caracteriza por los arrinconamientos verbales, por uso y abuso de los recursos públicos y por la supresión de las normas parlamentarias, lo que se ha observado en esta y la anterior gestión parlamentaria es una apuesta al circo, donde entretiene más, a sus parciales, el que justifica el latrocinio del pasado o la inanición del presente, toda la carga valorativa depende del observador circense.
En el etiquetamiento, como expresión simbólica de la realidad, la palabra cachureco hace referencia a un partido político, cuya dirección estuvo fuertemente vinculada a actos de corrupción, falta que se entienda, por parte de los que gobiernan, que, el pasado es aleccionador cuando hay corrección o reparo de los daños ocasionados.
El pasado, por más doloroso que haya sido, no debe servir para quedar colgado en el mismo con un afán de excusa barata. Mientras tanto, un pueblo exasperado, consumiéndose en la pobreza huye de la tierra que los vio nacer a lugares donde son recibidos con desprecio. Son los migrantes que caminan a paso lento, deteniéndose en cada afluente de agua, aguas con las cuales calman su sed, sin importarles si está contaminada o no; de esta manera enferman en el camino y mueren, siendo enterrados en fosas, que, en poco tiempo, ningún acompañante recordará y ningún familiar podrá visitar para rendirles las siempre vivas del recuerdo.
La mora legislativa es asombrosa, más de 900 iniciativas de ley están engavetadas. El fiscal no se elige, porque al ser de naturaleza unipersonal, no se puede repartir entre los integrantes de los que tienen mayor presencia en el Congreso, como se ha hecho en otras instancias en los poderes del Estado y si se logra, será porque habrá reparto de impunidad.