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Breve historia de la incompetencia

A menudo se utiliza la palabra incompetente como una ofensa, un insulto; sin embargo, no debería ser tal porque si nos apegamos a su sentido más estricto deberemos entender que no es más que la falta habilidades en un persona o la incapacidad de la misma de competir, y para nadie es un secreto que todos nacemos carentes de habilidades y que no hay ser humano que las tenga todas, el problema surge cuando carecemos de aquellas habilidades que estamos obligados a tener por diversas razones.

El sentido ofensivo de la palabra incompetente realmente es añadido por la persona que se da por aludida porque entiende que es culpa suya. Ya que podemos ser culpables o no de nuestra falta de habilidad para realizar alguna tarea o de nuestra visible desventaja frente a otra persona. Si nos ofende entonces, estamos confirmando que es culpa nuestra, es decir que podríamos ser mejores profesionales y no lo somos.

Los países en vías de desarrollo (uso este eufemismos por pura corrección) son realmente países incompetentes, en otras palabras, incapaces de competir con sus pares, pero no es un asunto del presente sino histórico. Siempre lo han sido.

Ya desde la época de la Conquista hay visos de una notable falta de competencia en la región centroamericana. Se tuvo que recurrir a la violencia, a la discriminación y a la imposición para poder establecer una “forma de gobierno”. Una falta de habilidad enorme de razonamiento de parte de los conquistadores. Tanto les faltaba la razón que pretendieron que, solo porque no sabían que existía, el continente que hoy habitamos era de ellos. Luego también creyeron que América se gobernaba como Europa. Hasta les tuvieron que aclarar que nuestros antepasados sí tenían alma, cuya incompetencia consistió en la falta de recursos para defender su territorio. Claro, el mundo era otro y lo estoy juzgando con los ojos de este siglo, pero no quita la falta de visión y habilidad.

Luego, sabemos que los tiempos que prosiguieron a la Independencia no fueron los más lúcidos. Nuestros proyectos de nación siempre fracasaron, por muchos factores, pero el denominador común es la incompetencia extendida en nuestro país. Por ejemplo, esas insaciables luchas entre bandos liberales y conservadores son evidencia de una falta de visión enorme. Así uno a uno han ido fracasando nuestros proyectos.

En las últimas décadas se puede hablar de una falta (no ausencia) de profesionales notables. Claro que hubo y habrá en toda la historia de Honduras muchas personas destacadas y otros excepcionales, pero no en las proporciones y dimensiones que pudo haber sido. Digamos que no es una generalidad, como debería. Y lamentablemente no tendremos desarrollo hasta que en todos los niveles (en todos) haya personas con un desempeño notable.

Penosamente en los últimos años el sistema educativo se ha convertido en un proceso burocrático que titula personas pero no egresa profesionales. Hay unas habilidades que son elementales para el desarrollo personal y colectivo como el pensamiento crítico, organización de ideas, redacción, expresión oral, capacidad de diálogo, capacidad de negociación y hasta un mínimo sentido de lo que hacer con el internet y las tecnologías. Juzgue usted en cuántas personas puede hallarlas todas o la mayoría. Nótese que escribí elementales.