Liderar de forma positiva y trabajar de la mano de su equipo son características claves que debe tener un líder en un espacio laboral. Liderar requiere mucha habilidad y cuidado para no dejarse llevar por las emociones, empatía o amiguismo. Un líder no puede tener predilección por nadie.
Por el contrario, debe mirar críticamente a cada uno de sus colaboradores, dando constantes retroalimentaciones positivas. Liderar no es una tarea simple, al contrario, liderar exige paciencia, disciplina, humildad, respeto y compromiso, pues la organización es un organismo vivo, dotado de talento humano de los más diferentes tipos.
El líder que no reconozca esa heterogeneidad puede llevar al fracaso a una organización. El éxito o fracaso está en sus manos, ya que el puede ver la imagen completa, la totalidad. Puede ver todas las partes móviles y distinguir entre causa y efecto. El líder deberá entender que el éxito de una organización viene determinado por las diferentes habilidades que poseen sus miembros, y que pueden ofrecer para responder a soluciones creativas y complejas, necesarias en este mundo globalizado.
El líder visionario debe entender que todos somos hechos del mismo barro pero en diferentes moldes y, por lo tanto, con diferente aptitud y personalidad. Un líder maduro y visionario debe entender y transmitir a sus colaboradores un clima de crecimiento continuo, y un alto estándar de eficiencia y eficacia. Debe ser capaz de movilizar y articular los valores, conocimientos y habilidades necesarios para el desempeño eficiente y eficaz de su equipo de trabajo. Debe creer en el potencial de los compañeros, ser un buen técnico e impulsor de las iniciativas de los colaboradores.
Debe aprovechar al máximo su tiempo en hacer lo mejor de manera autosostenida, al más alto nivel de excelencia. Debe formar y fomentar la formación continua de todos los colaboradores. Si el empleado tiene alguna debilidad debe brindar todo el apoyo para que tenga la oportunidad de mejorar su desempeño.
Un buen líder se debe llevar bien con los colaboradores encontrando peculiaridades y características positivas en ellos, valorando sus iniciativas, debe situarse al lado de los demás y de esta manera, aprender de ellos, hacerlos sus compañeros de aventura y partícipes también de ella, porque en un momento determinado esos colaboradores pueden convertirse en líderes.
Así, pues, los “líderes” de las instituciones públicas deberán entender que los puestos son temporales y los colaboradores pueden ser permanentes, por lo tanto “cuando van subiendo deben ir saludando, porque serán los mismos que se encontrarán cuando vayan bajando”.