En los últimos años el concepto de migración se ha reducido al tan anhelado “sueño americano” tanto que, países como Honduras y El Salvador en los últimos años, han liderado los índices de población migrante, que se dirigen especialmente a los Estados Unidos.
Aunque las tendencias generales nos encaucen a estos datos, cabe destacar que los países de la región se han constituido en escenarios de una intensa migración intrarregional, su principal causa es el desempleo. Siendo Guatemala el principal receptor de población inmigrante laboral de la región, por su cercanía geográfica con México y Estados Unidos que a su vez lo hace un territorio de transito migrante.
Dado a que la situación migratoria en los países del Triángulo Norte centroamericano (El Salvador, Guatemala y Honduras) ha aumentado por la falta de oportunidades y formaciones, carencias de subsidios o seguro a desempleados, violencia intrafamiliar, inseguridad, persecución política y el desplazamiento forzado por la violencia que somete a estos territorios. Toda esta presión ha dado lugar a que las personas tomen actividades económicas en otras regiones en condiciones menospreciadas.
A pesar las condiciones, la importancia de la migración en las economías de los países del Triángulo Norte centroamericano es notable, tanto que para el año 2017 las remesas representaron un 19.5% del Producto Interno Bruto (PIB) de Honduras, 18.3% del PIB de El Salvador y el 11.5% del PIB de Guatemala, constituyendo el principal ingreso para estos Estados.